Hubo un momento de silencio cuando Harry, Ron, Jayden, Talia y Lockhart aparecieron en la puerta. Luego alguien gritó:
-¡Talia!
Era un hombre de casi 70 años de cabello canoso, pequeña barba y ojos azules se abalanzó sobre ella, detrás de él estaba un joven de mediados de veinte, cabello café y ojos café oscuros que tenía los ojos casi rojos.
-¿Quiénes son?-susurro Harry a Alice
-El es William Sayre el tío abuelo de Talía y director de Ilvermorny y el es Ray su hermano mayor- respondió Alice
Alice miro con una sonrisa la reunión y después vio detrás de ellos. El profesor Dumbledore estaba ante la repisa de la chimenea, sonriendo, junto a la profesora McGonagall, que respiraba con dificultad y se llevaba una mano al pecho y por último Nicholas quien miraba a su hija muy confundido, Alice traga duro ya que sabía que estaba en problemas. Fawkes pasó zumbando cerca de Harry para posarse en el hombro de Dumbledore.
-¡La han salvado!- dijo el señor Sayre viendo a los jóvenes- ¿Pero como?
-Creo que a todos nos encantaría enterarnos -dijo con un hilo de voz la profesora McGonagall.
Harry se acercó a la mesa y depositó encima el Sombrero Seleccionador, la espada con rubíes incrustados y lo que quedaba del diario de Ryddle. Alice camina tras él.
Harry empezó a contarlo todo. Habló durante casi un cuarto de hora, mientras los demás lo escuchaban absortos y en silencio. Contó lo de la voz que no salía de ningún sitio; que Hermione había comprendido que lo que él oía era un basilisco que se movía por las tuberías; que él, Alice, Riana, Jayden y Ron siguieron a las arañas por el bosque, no mencionó nada sobre su transformación en serpiente; que Aragog les había dicho dónde había matado a su víctima el basilisco; que había adivinado que Myrtle la Llorona había sido la víctima, y que la entrada a la Cámara de los Secretos podía encontrarse en los aseos...
-Muy bien -señaló la profesora McGonagall, cuando Harry hizo una pausa-, así que averiguaron dónde estaba la entrada, quebrantando un centenar de normas, añadiría yo. Pero ¿cómo demonios consiguieron salir con vida, Potter?
Así que Harry, con la voz ronca de tanto hablar, les relató la oportuna llegada de Fawkes y del Sombrero Seleccionador, que le proporcionó la espada.
Nicholas se acercó rápidamente a su hija y ahijada y las abrazó al escuchar lo del basilisco, ambas lo abrazaron con fuerza.
Harry miró a Dumbledore, y este esbozó una leve sonrisa. La hoguera de la chimenea hacía brillar sus lentes de media luna.
-Lo que más me intriga -dijo Dumbledore amablemente-, es cómo se las arregló lord Voldemort para embrujar a Talia, cuando mis fuentes me indican que actualmente se halla oculto en los bosques de Albania.
Harry se sintió maravillosamente aliviado.
-Un basilisco... no puedo creerlo-dijo Nicholas incrédulo
-¿Qué... qué? -preguntó Ray con voz atónita-¿Talia embrujada? Pero Talia no ha... Talia no ha sido... ¿verdad?
-Fue el diario -dijo inmediatamente Harry, cogiéndolo y enseñándoselo a Dumbledore-. Ryddle lo escribió cuando tenía dieciséis años.
Dumbledore cogió el diario que sostenía Harry y examinó minuciosamente sus páginas quemadas y mojadas.
-Soberbio -dijo con suavidad-. Por supuesto, él ha sido probablemente el alumno más inteligente que ha tenido nunca Hogwarts. -Se volvió hacia los Sayre que lo miraban perplejos-. Muy pocos saben que lord Voldemort se llamó antes Tom Ryddle. Yo mismo le di clase, hace cincuenta años, en Hogwarts. Desapareció tras abandonar el colegio... Recorrió el mundo..., profundizó en las Artes Oscuras, tuvo trato con los peores de entre los nuestros, acometió peligros, transformaciones mágicas, hasta tal punto que cuando resurgió como lord Voldemort resultaba irreconocible. Prácticamente nadie relacionó a lord Voldemort con el muchacho inteligente y encantador que recibió aquí el Premio Anual.
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Alice y la Cámara de los Secretos
Teen FictionAlice regresa a Hogwarts junto con sus amigos para cursar otro año, pero se encontraran con una gran amenaza que pone en peligro a todos en el colegio, en especial a los hijos de muggles. No importa que tan peligroso sea, ella jamas abandonara a su...