San Valentín

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Dentro del castillo, la gente parecía más optimista. No había vuelto a haber ataques después del cometido contra Justin y Nick Casi Decapitado. Ayer a la señora Pomfrey le encantó anunciar que las mandrágoras se estaban volviendo taciturnas y reservadas, lo que quería decir que rápidamente dejarían atrás la infancia.

Alice pensaba que tal vez el heredero de Slytherin se había acobardado. Cada vez debía de resultar más arriesgado abrir la Cámara de los Secretos, con el colegio tan alerta y todo el mundo tan receloso. Tal vez el monstruo, fuera lo que fuera, se disponía a hibernar durante otros cincuenta años.

Ernie Macmillan, de Hufflepuff, no era tan optimista. Seguía convencido de que Harry era el culpable y que se había delatado en el club de duelo, hasta cree que Jayden en su cómplice pero no se atreve a decirlo ya que le tenía miedo y juraba haber visto algo raro en sus ojos esa noche.

Gilderoy Lockhart estaba convencido de que era él quien había puesto freno a los ataques. Harry le oyó exponerlo así ante la profesora McGonagall mientras los de Gryffindor marchaban en hilera hacia la clase de Transfiguración.

-No creo que volvamos a tener problemas, Minerva -dijo, guiñando un ojo y dándose golpecitos en la nariz con el dedo, con aire de experto-. Creo que esta vez la cámara ha quedado bien cerrada. Los culpables se han dado cuenta de que en cualquier momento yo podía pillarlos y han sido lo bastante sensatos para detenerse ahora, antes de que cayera sobre ellos... Lo que ahora necesita el colegio es una inyección de moral, ¡para barrer los recuerdos del trimestre anterior! No te digo nada más, pero creo que sé qué es exactamente lo que...

Alice no entendía cómo los profesores podían soportarlo, ni ella sabe por cuánto tiempo más tendrá que aguantarlo.

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Alice, dormida, hace muecas mientras que en su mente se proyectaban imágenes de la pared casi quemada y con pequeñas llamas verdes y de la mujer, cuyo rostro no puede ver más que su ojo y sangre en su cabeza, estaba viéndola fijamente.

-¡Alice!- se escucha la voz de una mujer gritando

Abre los ojos y se sienta mientras respira agitadamente, mira a su alrededor y mira a sus amigas durmiendo, observa la ventana y ve que apenas está saliendo el sol. Respira profundamente, recoge sus cosas y va al baño a arreglarse, por la pesadilla se le había ido el sueño y prefería esperar abajo que tratar en vano a dormir.

Después de un rato sale ya lista y baja a la sala común, ahí se encuentra a Riana acariciando su gato mientras mira el fuego de la chimenea. Alice sorprende, se parecía al sueño, que seguía dudando, de hace unos días.

-¿No puedes dormir?- preguntó sin verla

Alice mira por todos lados, aunque no sabía porque, era obvio que se lo pregunto a ella.

-Aaammm tuve una pesadilla- acercándose un poco- tu, tampoco puedes dormir por lo que veo.

-Yo casi no duermo- respondió sin verla.

-Eso no es bueno-dijo preocupada.

-Es mejor así, así no uno no tiene pesadillas como tu

-Pero no siempre son pesadillas, hay bonitos sueños- Alice se sienta en el sillón de al lado

-No siempre

Alice la mira preocupada, no recuerda haberla visto sonreír, ni siquiera hablar con alguien, apenas dijo pocas palabras en Astronomía, sólo su nombre y edad, sorprendiendo a todos hasta la profesora Gala.

-¿De que se trató tu pesadilla?

Alice se queda callada, ya le han preguntado de sus pesadillas pero jamás tuvo el valor de contarlo, pero por alguna razón ahora se sentía tranquila y con confianza para hablar.

Alice y la Cámara de los SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora