La Madriguera

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Alice miraba maravillada el amanecer, muy pocas ocasiones tuvo la oportunidad de contemplarlo, pero le gustaba más ver el atardecer ya que, según su padre, aparece un destello verde, aunque hasta ahora nunca lo había visto por más que miraba el atardecer.

Fred dejó que el coche fuera perdiendo altura, y Harry y Alice vieron a la escasa luz del amanecer el mosaico que formaban los campos y los grupos de árboles.

-Vivimos un poco apartados del pueblo -explicó George-. En Ottery Saint Catchpole.

El coche volador descendía más y más. Entre los árboles destellaba ya el borde de un sol rojo y brillante.

-¡Aterrizamos! -exclamó Fred cuando, con una ligera sacudida, tomaron contacto con el suelo. Aterrizaron junto a un garaje en ruinas en un pequeño corral.

-Buen aterrizaje-dijo Alice divertida

-Gracias- dijo orgulloso

Todos salen del carro, Alice fue la última en salir y mira como Harry veía la casa de Ron, no le sorprendía, era la primera vez que él la veía.

-No es gran cosa-dijo Ron

-Es una maravilla -repuso Harry, contento

Fred mira su alrededor, al comprobar que está despejado hace señas y todos lo siguen.

-Ahora tenemos que subir las escaleras sin hacer el menor ruido - advirtió Fred-, y esperar a que mamá nos llame para el desayuno. Entonces tú, Ron, bajarás las escaleras dando saltos y diciendo: «¡Mamá, mira quién ha llegado esta noche!» Ella se pondrá muy contenta, y nadie tendrá que saber que hemos cogido el coche.

-Bien -dijo Ron-. Vamos, Harry, yo duermo en el...

De repente, Ron se puso de un color verdoso muy feo y clavó los ojos en la casa. Los demás

La señora Weasley iba por el corral espantando a las gallinas, y para tratarse de una mujer pequeña, rolliza y de rostro bondadoso, era sorprendente lo que podía parecerse a un tigre de enormes colmillos.

-¡Ah! -musitó Fred.

-¡Dios mío! -exclamó George.

La señora Weasley se paró delante de ellos, con las manos en las caderas, y paseó la mirada de uno a otro. Llevaba un delantal estampado de cuyo bolsillo sobresalía una varita mágica.

-Así que... -dijo.

-Buenos días, mamá -saludó George, poniendo lo que él consideraba que era una voz alegre y encantadora.

-¿Tienen idea de lo preocupada que he estado? -preguntó la señora Weasley en un tono aterrador.

-Perdona, mamá, pero es que, mira, teníamos que...

Aunque los tres hijos de la señora Weasley eran más altos que su madre, se amilanaron cuando descargó su ira sobre ellos. Alice recuerda que Ron les había dicho que su madre daba miedo cuando se enojaba, y tenía razón.

-¡Las camas vacías! ¡Ni una nota! El coche no estaba..., pudieron haber tenido un accidente, ¿Qué le hubiera dicho a Nicholas si algo hubiese pasado con Alice?... Creía que me volvía loca, pero no les importa, ¿verdad?... Nunca, en toda mi vida... Ya verán cuando llegue a casa su padre, un disgusto como éste nunca me lo dieron Bill, Charlie, y mucho menos Percy...

-Percy, el prefecto perfecto -murmuró Fred.

-¡PUES PODRÍAS SEGUIR SU EJEMPLO! -gritó la señora Weasley, dándole golpecitos en el pecho con el dedo-. Pudieron haber muerto o podrían haberlos visto alguien, y su padre haberse quedado sin trabajo por su culpa...

Alice y la Cámara de los SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora