Capítulo 16

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Lunes (1:30 PM)

El tiempo pasa volando. Lo sabré yo que cada vez que cierro los ojos parece que días de mi vida pasan. En un momento estaba jugando con mis muñecas y en el otro, ya era una adolescente de diecisiete años dándole consejos a otros adolescentes de catorce. 

Me encontraba en una mesa al aire libre, viendo como algunas ardillas correteaban con nueces atrapadas en sus mejillas. La brisa era débil, pero lo suficientemente fuerte para que algunas hojas, ya amarillas debido al otoño, cayeran lentamente sobre mi cabeza. 

—Joder, fuera de aquí —quité una hoja más de mi cabello. Pero al tomarla escuché su crujir, lo que significa que minúsculas partículas se quedarían sobre este.

—Tu culpa. Tú fuiste la idiota que decidió sentarse justo debajo de un árbol en mitad de otoño. Encima me arrastras a mí, que ni siquiera quiero ver tu cara. 

Rodrigo Alejo. Un chico de noveno del cual tenía que ser consejera como parte de mi prueba parcial. Ya era temporada de exámenes de mitad de semestre, lo que incluye mediación con la señorita Sunshine. 

—Mira niñaco. Yo no soy la que está aplazando las clases. Así si estás aquí es por tu negligencia —reprimo frustrada.

Esta era la primera vez que salía a hacer esto. Sunshine nos había mostrado seminarios, nos había dado charlas acerca de lo importante que es el contacto visual, lenguaje corporal y la demostración de interés hacia una persona que habla para establecer una sensación de seguridad. Nos habían dicho un millón de cosas acerca de niños problemáticos. Habían pintado esta experiencia como algo que mostraría un cambio descomunal. Sin embargo, la teoría era muy fácil de exponer, la práctica era el desafío.

¿Cómo me iba a hacer caso un chico a mí? Un tío que no le hace caso a sus padres ni escucha a sus maestros, pero sí a mí. La persona que no tiene ninguna potestad sobre él.

—A mí no me hables así, plebeya. No sabes quiénes son mis padres.

Desde que lo saqué del salón, se había encargado de tocarme los huevos con sus comentarios desafiantes y altaneros. No tenía ni la paciencia, ni las ganas de lidiar con personas desagradables. 

Aún así, no me quería rendir tan fácil. Scott me había repetido varias veces antes de salir del salón a buscar a mi persona que, al principio, ellos pueden ser un dolor de culo. A medida que se abren es posible ver un lado rescatable de ellos. 

Me prometió que me iba a gustar. 

—Si no me vas a decir nada, ¿Me puedo ir? 

Respiro hondo. Trato de repetir las palabras de Scott una y otra vez dentro de mi cabeza. Por lo menos el chico tenía la descendencia de no salir corriendo.

—Si estoy aquí es porque mi han asignado tu caso —comienzo a hablar mientras miro la carpeta que la señorita Sunshine me ha entregado—. Dice aquí que has tenido demasiados problemas con tus maestros, le has faltado el respeto tu maestra de álgebra.

Una parte de mí se siente muy mal. Yo he hecho esto en un ataque de estupidez, he insultado a Greenlight simplemente porque sí. 

Empiezo a preguntar cómo voy a ayudar que un chico no haga algo que yo misma he hecho.

»Además, estás aplazando todas tus materias, ¿Qué sucede?

—No es de tu incumbencia —contesta sin tan siquiera dudar por un segundo su respuesta.

—Vale. Pues —No sé qué decir, tiene toda la razón. Sus problemas no son los míos—, ¿Quisieras compartir conmigo el por qué te va mal en clase?

Te Odio Porque Te AmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora