Los rayos del sol comenzaban a salir, golpeando suavemente las ventanas de la academia Hyakkaou.
La vicepresidenta dejó un lado su maletín, para tomar asiento en la sala del Consejo Estudiantil.
Suspiró, encargándose de supervisar las distintas actividades que ya se estaban llevando a cabo en la academia, cuando el ruido de las puertas abriéndose la desconcentró.
— Hey. — Habló su hermana, entrando a la sala junto con su secretaria.
— Hola. — Saludó Ririka, preguntándose por qué llegaba tan temprano.
— Tendré que retirarme pronto, tengo un juego de Tarot. — Avisó sin más.
Poco tiempo después, la presidenta ya se había retirado. Ririka tenía algunas dudas sobre ese juego, pero simplemente decidió callarlas.
Se deshizo de sus pensamientos y continuó con su trabajo. Esto no le duró mucho, ya que una vez más pudo escuchar el sonido de la puerta interrumpiéndola.
— ¿Saotome? — Pronunció la vicepresidenta, levantando la vista y acomodándose la máscara.
— ¿Dónde está la presidenta? — La rubia se cruzó de brazos, con un semblante molesto.
— No se encuentra aquí. — Ririka dijo obvia, ya que ellas eran las únicas presentes en la sala y era lo notorio.
Mary estaba tratando de contener su rabia, por lo tanto apretó sus manos hasta que se volvieron puños.
— Escúchame muy bien. — Se acercó a Ririka, ya que parecía no importarle. — Estoy harta de ti, y de todos en esta maldita academia — Bufó.— ¿Dónde está? — Dijo por última vez, manteniendo una postura firme.
— No... No lo sé. — Concluyó la vicepresidenta, agachando la cabeza. — Puedes retirarte.
Un silencio incómodo se hizo presente en la sala durante unos minutos. Mary parecía estar analizándola con su mirada mientras que Ririka continuaba con su vista en los papeles.
Mary caminó, quedando detrás de la cómoda y elegante silla en donde estaba sentada la vicepresidenta, esta no parecía percatarse de ello.
Colocó sus manos sobre sus hombros y acercó levemente su rostro al suyo. Mary no sabía sobre el gran sonrojo y la impaciente respiración que llevaba la vicepresidenta por su culpa.
— Te odio, a ti y a Kirari. — Susurró con desprecio sobre su oreja.
Ririka pudo sentir como su piel se erizaba al sentir la respiración de Mary sobre su cuello, quien rápidamente se alejó, para después desaparecer tras un portazo.
La vicepresidenta se quitó la máscara rápidamente, cubriéndose el rostro con las manos.
"¿Qué me hiciste?" Pensó.