— Mary~ ¿estás bien? — Preguntó Ririka, acercándose a la rubia que tenía la vista pegada al piso.
Mary rápidamente se abrazó a su cuerpo, Ririka suspiró al sentirla así.
— Siento mucho todo lo que te hice, realmente soy una idiota. — Sollozó Mary.
— Hey~ Ya está. Sólo, no llores más por favor.
— Pidió Ririka, acariciando suavemente su cabeza.Continuaron en la misma posición durante unos minutos, hasta que Mary se tranquilizó.
La rubia depositó un pequeño beso sobre la frente de la albina como agradecimiento, para luego retirarse sin decir nada más.
Dejó a Ririka sola y confundida una vez más.
Suspiró.— Bien, no sé cómo voy a hacer para arreglar este desastre ahora. — Habló para sí misma.
•••
Ririka se dirigía hacia la sala del Consejo Estudiantil, haber confrontando a la presidenta no significa que pudiese evitar sus obligaciones.
— Vaya, tenemos mascota nueva. — Murmuró en un tono burlón, un estudiante.
Se paró en seco, para echar un vistazo al aula del cual había salido ese murmullo.
— ¿Qué se siente haber sido humillada? — Cuestionó otra estudiante.
— Tráeme eso, mascotita. — Rió un chico, golpeando el hombro de Mary.
Podía ver cómo un gran grupo de estudiantes molestaban a Saotome, la cual sólo permanecía sentada con un semblante serio.
Realmente se sintió mal, quería correr hacia ella y abrazarla, pero sabía que sólo empeoraría las cosas.
Continuó su camino, dejando atrás las burlas de aquellos estudiantes.
•••
La academia Hyakkaou se había convertido en un verdadero infierno para Mary, trataba de mantenerse seria ante los molestos estudiantes que la rodeaban, pero en cualquier momento iba a perder la poca cordura que le quedaba.
De un momento a otro, el silencio se hizo presente en la sala. Alzó la vista buscando el por qué y se percató de que Yumeko había ingresado en ella.
— Mary~ — Llamó, provocando que todos los estudiantes que la estuvieron molestando se alejaran y volvieran a lo suyo.
— Yumeko... — Pronunció la rubia, con ilusión.
— Hey~ chicas. — Saludó Ryota, con simpatía.
— Hola tonto. — Dijo Mary, acariciando el cabello de aquel chico tan amable.
— Te lo dije~ — Canturreó Ryota, haciendo referencia a su collar. Ganándose un codazo de parte de la rubia.
Yumeko rió, y se dispuso a abrazar a los dos.
•••
Mientras tanto, la vicepresidenta se encontraba en una reunión del Consejo Estudiantil. Se mantuvo silenciosa, como la gran mayoría de las veces.
"Mary Saotome" Pensó, en aquella chica rubia, de ojos amarillentos, sintiéndose extraña.
Volvió a elogiar al reloj que estaba en la pared, viendo cómo ya faltaban escasos minutos para que la reunión terminase.
El atardecer ya había abarcado toda la academia, y por fin, podía retirarse.
— Ririka.
Escuchó una voz femenina, que la sacó de sus pensamientos. Volteó y se encontró con Kirari, su hermana.
— Sólo, ten cuidado. — Dijo, para después dejarla sola nuevamente.
Suspiró, "Van a volverme loca." Pensó.
Se encontraba muy estresada, por todo lo que había pasado, necesitaba un descanso.
•••
Mary se encontraba en uno de los baños de aquella academia, cerró el grifo en cuanto iba a secarse las manos.
De repente, sintió como alguien la abrazaba por detrás, provocándole un pequeño susto. Ya estaba lo suficientemente traumada con las cosas que le habían pasado durante los últimos días.
— Sh~ — Le susurró Ririka, al sentir como Mary le quitaba la máscara.
— Hey~ ¿estás segura de qué eres tú? — Preguntó Mary, arqueando las cejas.
— ¡Sí soy yo! — Dijo Ririka, Mary rió ante la desesperada respuesta de la albina.
— ¿De qué te ríes? — Cuestionó Ririka.
— De ti, tonta. — Respondió Mary, en un tono arrogante.
— Ah, ¿sí? — Respondió Ririka, comenzando a jugar con el collar de la contraria.
Mary le arrebató su collar de las manos, para volver a ocultarlo dentro de su uniforme.
— Ya no tengo deudas contigo, no vuelvas a buscarme. — Ordenó, adoptando un semblante frío de repente.
Ririka se limitó a observarla de forma extraña, "¿Es una Tsundere?" Pensó. La tomó de la muñeca y la llevó prácticamente a rastras hasta el salón de enfrente.
— ¡S-Suéltame! ¿Qué te pasa? — Soltó Mary, frotándose la muñeca mientras la puerta se cerraba detrás suyo.
Ririka la empujó hacia uno de los sillones de ese club vacío. Para luego sentarse sobre su regazo.
La rubia suspiró al verla a los ojos, no pudo evitarlo, y sin darse cuenta sus labios ya estaban tocándose, formando un tierno beso.