Una voz masculina habló detrás suyo, lo que hizo que a Ririka se le revuelva el estómago.
— Ven conmigo mascota. — Habló aquel misterioso hombre, arrebatándole la máscara de un manotazo.
— N-No. — Respondió la rubia, sintiendo sus piernas temblar, odiaba ser tan débil.
Ririka soltó un grito; lo que provocó que él la tomase por los hombros y le colocase un paño húmedo su nariz.
Trató de forcejear, pero su cuerpo no le respondía, sentía sus piernas adormecerse y sus párpados le pesaban; hasta que todo se volvió negro.
•••
Mary se encontraba más que feliz, todas sus pertenencias habían vuelto; pues ella ya no era la víctima.
Abrió las cortinas de su habitación. Suspiró al escuchar como alguien tocaba su puerta, fue a atender rápidamente.
— Aquí está su mascota. Disculpe la tardanza, no fue una chica fácil de tratar. — Habló cordialmente el hombre.
— Lo sé, muchas gracias. Puedes retirarte. — Respondió la rubia extendiéndole una faja de billetes, que el hombre aceptó gustoso.
El hombre recostó a Ririka sobre la cama a pedido de Mary, para retirarse después. Estaba atada de manos y pies.
— Al fin... — Suspiró Mary. — Sólo mía. — Acarició su suave y fino cabello, desprendía un aroma muy dulce.
La recostó entre sus brazos, sintiendo como el pequeño cuerpo de la albina temblaba. Mary se quedó hipnotizada admirando su rostro angelical, tenía las mejillas levemente sonrojadas y sus labios se encontraban entreabiertos.
Envolvió su cuello con un fino collar negro, acariciando suavemente aquella zona.
Poco a poco, Ririka fue abriendo los ojos con molestia, se encontraba cegada por la tenue luz que invadía la habitación.
— Mhm~ — Murmuró la albina, acurrucándose de forma inconsciente entre los brazos de su contraria.
Poco a poco recobró la consciencia, fue cuestión de segundos que notase el dolor en sus muñecas por la fuerza con la que la habían atado.
Ririka iba a gritar de desesperación al no entender nada, hasta que sintió como alguien le tapaba la boca. Subió sutilmente la cabeza, percatándose de la presencia de Mary.
— ¿M-Mary? — Susurró confusa, todavía seguía algo mareada.
Tomó el pequeño cuerpo de la albina y lo unió más al suyo. La rubia soltó un jadeo al sentir a el trasero de Ririka contra su pelvis.
— ¡S-Suéltame! — Forcejeó en vano, pues Mary continuaba sujetándola.
Mary se dió la vuelta, quedando encima de ella. Bajó sus labios hasta su cuello, lo lamió de arriba a abajo; para luego morderlo, como si necesitase marcar algo. Ririka gimió inevitablemente al sentir este contacto.
— Ahora eres mía... no lo hagas más difícil. ¿Sí? — Susurró dulcemente, provocando que Ririka se estremezca.
Acto seguido, comenzó a desabrochar los botones de la camisa de Ririka, la cual se removía algo incomoda debajo de su captora.
— E-Espera... — Alertó la albina. — Al menos, ¿Podrías desatarme? — Pidió tímidamente.
Mary soltó una risa sarcástica, para bajar hasta los tobillos de su contraria. Acarició sutilmente sus piernas, para luego desatar aquel nudo que las aprisionaba.
La habitación no tardó en inundarse con sus gemidos.
•••
Ririka's POV:
Abrí los ojos con cierta pereza, cegada por la luz que invadía la habitación a través de las ventanas. Estaba entre sus brazos, sintiendo como las finas sábanas rozaban mi piel desnuda.
Habíamos dormido más horas de la cuenta y todavía sentía mi cuerpo pesar por la intensidad de la noche.
Observé a Mary durmiendo plácidamente, su respiración era amena. Suspiré al ver como aún seguía siendo hermosa con el cabello despeinado y los labios hinchados.
Sonreí negando, me sentía una boba.
Al fin y al cabo solo nosotras entendíamos el tipo de amor que nos teníamos.
Un amor un poco tóxico, pero, lo importante es que nos amamos. ¿Verdad?
Fin.