Especial 14 de febrero

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Estar en España me ha permitido tener más inspiración de lo normal. Cuando llegué, terminé la novela que había empezado hace un tiempo, y ahora estoy comenzando otra, lo que es muy emocionante.

También nos hemos podido conocer más con Parker, ya que pasamos mucho tiempo juntos.

«Ahora no puedo decir que lo quiero, porque en realidad lo amo».

Mis pensamientos son interrumpidos por el sonido de mi celular: es un mensaje de Parker.

Jirafa: Feliz día de san Valentín, pequeña.

Sonrío al leerlo, y procedo a teclear rápidamente una respuesta.

Maya: Feliz catorce de febrero. ¿Qué haremos hoy?

Jirafa: Hoy vamos a ir al centro de la ciudad a comer y después se lo dejaremos al destino.

Maya: No sabes que vamos a hacer, ¿cierto?

Jirafa: Cierto. Podemos ver una película.

Maya: ¿Podemos ver "Only you"?

Jirafa: Claro que sí. Ahora te voy a buscar.

Maya: Te espero.

Apago el teléfono para ir a cambiarme de ropa.

«Sábados de pijama».

Me voy a bañar, para después vestirme.

Veo mi computador en la mesa del comedor del departamento que me dio la universidad, y me acerco para volver a escribir por un rato.

Es muy emocionante darles vida a tus personajes, quienes, después de un tiempo, se vuelven tus hijos, te acompañan y se vuelven parte de ti.

La historia me atrapa, por lo que me sobresalto al escuchar mi celular. No tengo que ver el teléfono para saber que es Parker.

Jirafa: ¿Estás lista?

Maya: Si, sube.

Espero que llegue. No se tarda mucho, ya que en un par de minutos golpea la puerta.

Me dirijo hacia la entrada y, cuando la abro, encuentro a Parker con una bolsa grande de café de grano.

—No te gustan las flores, pero si el café —dice, entregándome la bolsa.

Suelto una carcajada por su ingenioso regalo.

—Gracias, yo también te tengo un regalo, pero es para la película —anuncio.

—Esperaré con ansias el regalo. ¿Nos vamos?

—Vamos.

Cierro la puerta y bajamos por las escaleras para llegar al auto que Parker arrendó por hoy.

—¿Lista para una tarde no planeada? —pregunta una vez dentro del coche.

—Lista para que las calles nos dirijan —afirmo.

Al colocarnos en marcha, las canciones se reproducen, provocando que empecemos a cantar.

«O eso intentamos».

Las calles de Madrid son hermosas. Amo verlas a través de la ventana del auto o, simplemente, caminar en ellas.

—Vi una librería nueva, ¿quieres ir? —pregunta Parker, con la mirada fija en el frente.

—Claro que sí. No deberías preguntar.

Me mira por unos segundos con una sonrisa dibujada en su rostro.

—Por un momento olvidé que mi novia es lectora.

—No lo olvides nunca. 

Nos reímos.

—¿Qué libro quieres comprar? —interroga.

—Ninguno, solo miraré —miento vilmente.

—No te creo.

«¿Por qué me conoce tan bien?».

—Es verdad, pero si no quieres creerme, está bien.

—¿Me estás diciendo que, cuando estemos ahí, no vas a comprar ningún libro?

—Exacto.

Suelta una carcajada para después detener el auto.

—Ya llegamos.

Nos bajamos del coche y caminamos tomados de la mano hacia la librería.

No es muy grande y está vacía, las repisas llegan al techo y están llenas de libros de distintos géneros y colores.

Caminamos por el lugar, hasta que en la última estantería veo la edición más hermosa de "Orgullo y prejuicio" que jamás haya visto.

—¿Lo quieres?

Escucho la voz de Parker en mi oído, detrás de mí. 

—Mmm... No —digo, intentando mantener mi palabra.

—Claro que lo quieres... Este será tu regalo de san Valentín.

Me quedo en silencio, buscando una respuesta y, cuando finalmente la tengo, Parker ya tiene el libro en las manos.

—Parker, no es necesario, la bolsa de café es suficiente.

—No lo es... ¿Por qué no quieres que te compre el libro?

—Porque es caro y no te corresponde comprarme cosas.

—Sí me corresponde, porque soy tu novio. Además, es un regalo de san Valentín.

«Buen punto».

—Está bien —me rindo—. Solo si leemos juntos el libro.

—Acepto la propuesta.

Me acerco a él para besarlo. Luego, nos acercamos al mostrador y Parker paga el libro.

Regresamos al auto, y yo me siento, emocionada, en el asiento del copiloto con el libro en mis manos.

—¿Empezamos? —pregunto.

—Sí, me parece una buena idea.

Cuando enciende el motor, yo abro el libro en la primera página y comienzo a leer en voz alta. Solo me detengo cuando llegamos al edificio, pero continúo cuando ambos nos recostamos en mi habitación con nuestros cafés recién preparados en la mesita de noche.

Después de leer, le entregué su regalo: una libreta con la cubierta de cuero sintético y una pluma de tinta negra.

—Para que escribas tus reportajes —digo.

Parker me abraza y me besa.

—Ya tengo uno en mente, sobre un pueblo llamado BlackStone, ubicado en Estados Unidos.

—Entonces iremos allá para tu reportaje —indico.

Luego de eso, seguimos leyendo, hasta que escucho su respiración cada vez más lenta, lo que me indica que se durmió. Lo observo mientras le acaricio su cabello oscuro.

Es increíble cómo cambia tu vida cuando conoces a alguien, puede ser para bien o para mal. Estoy muy feliz de que Parker haya cambiado su horario habitual de visita a la cafetería aquel día, y de haber tomado su orden de latte machiato, ya que dio inicio a un lindo amor... un amor sabor a café.
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Hola, bienvenid@s a este especial, espero que les haya gustado y no olviden votar y comentar para que esta historia crezca.
El próximo viernes publicare el epílogo, lo que me tiene un poco triste, pero aún quedan extras.
Para más contenido, sígueme en Instagram: novelasde_sofia para noticias de esta y mis próximas novelas.
❤️

Amor sabor a caféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora