capítulo 6

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Me despierto por el odioso sonido de la alarma. Mi brazo intenta buscarla en la mesa de noche, pero recuerdo que está en la cocina.

«Amelia, algún día te voy a matar por hacerme ir apagarla cada mañana».

Me levanto de mi cómoda cama, y camino hacia la cocina, donde no hay nadie.  Me dirijo hacia la cafetera, y empiezo a hacerme mi café matutino.

De repente mi día comienza a mejorar cuando recuerdo que es viernes, nada mejor que terminar una semana llena de estrés.

Mientras espero que se termine de verter el agua en mi taza, reviso mi celular. Tengo un mensaje de Parker.

Parker: Buenos días, pequeña.

Maya: Buenos días, jirafa.

Parker: ¿Mañana vamos al parque? Tobías me ha estado preguntado lo mismo toda la semana.

Maya: Claro. ¿Vamos con mis amigas y Noah?

Parker: Como quieras... a Noah le pareció linda Amelia.

Maya: Yo sabía. Lo noté cuando cenaron aquí.

Parker: A mí me lo confesó cuando llegamos. ¿Te puedo ir a buscar a tu universidad?

Maya: Como quieras. ¿A qué hora sales de clases?

Parker: A las tres y media.

Maya: Entonces te espero en la universidad.

Mi café está listo, y eso me alegra mucho más la mañana.

«¿Cómo solo una taza de café me puede provocar esto?».

—¿Lista para desvelarnos viendo películas? —pregunta Amelia, entrando a la cocina.

—Siempre —respondo, para después tomar un sorbo de café.

—Buenos días, mis pequeñas mariposas —dice Roma, sentándose a mi lado.

—¿Mañana vamos al parque? —propongo.

—Claro —dice Amelia.

—¿Qué gano a cambio? —pregunta Roma.

«Sí que son diferentes».

—Te compro un helado —negocio con ella.

—Hecho —acepta.

«¿Por qué no está estudiando algo relacionado con negocios?».

Terminamos de desayunar, para luego asearnos e irnos a la universidad. Cada una se dirige a sus respectivas facultades.

Las clases pasan rápido. No me doy cuenta del paso de las horas, hasta que estoy a fuera de la universidad esperando a Parker.

Veo el auto negro dirigiéndose hacia mí. Cuando frena, Parker se baja del asiento del piloto.

—Hola, pequeña. ¿Cómo estuvieron tus clases hoy? —saluda, acercándose.

—Hola, jirafa. Bien, ¿y las tuyas?

—Excelentes. ¿Te conté que soy el mejor alumno?

—Sí, un millón de veces —afirmo, rodando los ojos.

«Parker tiene momentos en donde el ego se le sube a la cabeza».  

Parker, como siempre, hace un ademan de abrirme la puerta, y yo lo impido.

—Tenemos un trato, Hook —le recuerdo.

Él solo levanta los brazos, en señal de inocencia.

Amor sabor a caféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora