capítulo 12

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Viernes, mi último día de clases.

Hoy viajo a ver mi familia. Después de tanto tiempo esperando, por fin los voy a ver, y eso me tiene muy emocionada.

La salida de la universidad está más llena de lo normal, lo que es entendible al ser el último día.

A lo lejos, veo a Roma con un chico de pelo castaño y de ojos verdes.

«Supongo que es Aron, el compañero de estudio de Amelia».

El chico se acerca a mi amiga para besarla.

«Efectivamente es Aron, ya que empezaron a salir hace unos días».

Cuando se separan, Roma camina hacia mí.

—Hola... ¿Hay algo que quieras decirme?  —digo.

—Sí. A Amelia la viene a buscar Noah, para despedirse.

Creo que hice una mueca, porque Roma murmura un "lo siento". Yo solo hago un gesto con la mano, restándole importancia.

No he vuelto a hablar con Parker, y tampoco lo he visto en la cafetería. Me duele no verlo y contarle todo lo que hice durante el día. No me atrevo a escribirle, pero puede que sea lo mejor para ambos.

—¿Vamos? —pregunto.

—Vamos.

Mentiría si dijera que no me reí de camino al departamento. Con Roma es imposible estar seria.

—¿Tienes listas tus maletas? Porque sabes cómo es Amelia con esas cosas... —digo.

—No... ¿Se enojará mucho?

—No mucho, demasiado.

Cuando llegamos al departamento, Roma corre hacia su habitación para hacer su maleta.

«Amelia es como "Hulk", pero fuera de la ficción».

Camino hacia mi cuarto, pensando en dónde dejé los regalos para los pequeños de la familia.

«No te olvides de Adela».

En mi closet hay una caja llena de cartas para mi primita Adela, le escribo de lo que pasa en la familia y a mí, es la primera en saber mis secretos, que aún no nace.

—No te he escrito, Adela —susurro para mis adentros.

Dejo la caja en mi cama, para ir a mi escritorio. Tomo una hoja y un lápiz, para comenzar a escribir.

"Querida, Adela..."  

Escribirle a una persona que aún no nace, es una de las cosas más emocionantes que he hecho. De tan solo imaginarme el momento que las lea, hace que quiera seguir escribiéndole.

Le resumo todo lo ocurrido: desde que Parker, hasta que me enteré que había sido seleccionada para el intercambio. Cuando las lea no me podrá decir nada, ya que en ese instante será pasado.

«Aun no te conozco Adela, pero ten por seguro que ya te amo».

Cuando termino la carta, la dejo en un sobre para guardarla en la caja.

«Falta mucho para que las leas».

Empaco lo que me falta, que en su mayoría son regalos.

El libro de "Orgullo y prejuicio" descansa en mi mesa de noche, lo que provoca una debate interno para decidir si llevarlo o no.

Tomo el libro y, sin pensarlo mucho, lo guardo en el bolso.

«Una dosis del "señor Darcy" nunca será mala».

Amor sabor a caféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora