4. Caminar con cuidado

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BE CAREFUL CARDI B

Desde hace un mes y quince días que conozco a Cohen Ramos. 

Hemos follado muchas veces; la primera noche que nos conocimos, dos semanas después en mi carro, en su piso, en su baño, en su carro, en un ascensor, en el baño de Copacana y en el cuarto de lavado encontrados por Marcos, su mejor amigo. No creo que Marcos sea muy fan de mi persona porque no soy muy fan de él, me mira de reojo cada vez que escapo de su casa. Me ofrece una taza de café que siempre rechazo y el rubio esculpido no deja de darme miradas despectivas pero pasivas.

—No soy especialista en trastornos pero creo que el chico puede ser maniaco obsesivo o tendrá algún problema de apego porque parece ¿quererte?— Priya se esta sirviendo un poco de jugo. Acabamos de desayunar a pesar de ser las dos de la tarde, me acoste cansada por la jornada intensiva que tuve anoche en Copacana. George tiene la semana completa libre porque su esposa dio a luz así que por mi mala suerte tengo que cubrir su puesto y el mío.

—Cada vez que follamos dice que no puede sacarme de su cabeza y que soy solo suya— la miro un poco preocupada pero no me da miedo estar con Cohen para nada. Es un chico tranquilo y me gusta mucho estar él a pesar de que jamás podré darle lo que busca.

—Ni que fuera Riley Reed— reímos por mi comentario. Priya es psicóloga industrial, trabaja para una compañía de textiles en el área de recursos humanos. Mi teléfono suena y veo la lluvia de mensajes que entra, Priya se queda mirando mientras disfruta su jugo.

—Me escribió que esta en un restaurante cerca comiendo con sus amigos, en Departus— Departus es uno de los restaurantes más asquerosos que he ido. La comida es asquerosa y el lugar en si da ganas de vomitar.

—Dice que aman el restaurante y quiere verme— me miro en el gran espejo mientras digo eso. He engordado aunque sea cinco libras desde que conozco a Cohen, mi cara sigue igual pero siento esa grasa en mis caderas. Y en la forma que no me cierran los jeans. Me pongo un vestido largo simple verde claro y mi cabello negro que llega un poco más abajo a mis senos me hace ver hermosa.

—¿Hace cuanto lo conoces?—pregunta

— Uno o dos meses no lo se Priya, ¿Crees que llevo un maldito calendario?— me exaspero. —Ya tengo una semana que no lo veo, no estoy embarazada, ni tengo ningún herpes por haber estado con él, no estoy enamorada ni quiero una relación— finalizo.

—Me trata muy bonito y a pesar de toda su locura maniaca siempre me da los buenos días, dime ¿Cuantos chicos dan los buenos días?— Relaciones estables sanas, nunca he tenido. Si esto es sano no lo se, porque no tengo nada con que compararlo. Cohen no quiere nada serio nunca lo ha dicho, nunca ha hablado de nada serio. Es solo sexo, no duermo en su casa, ni hablamos de nada más que cosas de actualidad y trivialidades.

—Suerte con tu maniaco— se despide con su mano. Subo a mi auto, manejo despacio oyendo baladas románticas. Pienso en que no he pensado en mi familia en estos meses, y me siento mal por ello pero a la vez aliviada. Hablo todos los domingos con mi nana y eso es suficiente.

Le dejo mi carro al valet y entro. Camino a paso lento mientras lo veo observarme, él sonríe y yo le sonrió.

—Hola— digo dandole un abrazo y este me da un rápido beso en la boca. Me siento a su lado mientras observo al grupo de personas con quien esta, todos hombres.

—Que bueno que llegaste nuestra comida acaba de llegar, si quieres pedir algo me dices yo invito— habla cerca de mi como para que nadie oiga nuestra conversación pero todos están en su mundo como sea.

—Tengo dinero Cohen— le recuerdo.

—Ellos son Marco, Dario y Steven, son mis amigos y trabajamos juntos también — dice bien alto, los chicos me miran.

—Soy Martina Kinaw— digo, todos murmuraron un hola y comienzan a comer, el tema de conversación es una banda y la novia loca de Dario.

—La comida aquí es deliciosa, ¿saben que Martina es cocinera en un restaurante del centro?—- Cohen dijo mientras le da una mordida a su enorme hamburguesa.

—¿Que opinas de esta comida?— pregunto Marcos con voz retadora.

—La verdad no tiene buena pinta , se ve poco comestible— la mesa se callo y todos dejaron de comer. Tome el cuchillo de Cohen y abrí su hamburguesa en dos, para mostrar mi punto sin importarme que el no hubiera terminado de comer.

— Esta carne no esta bien cocinada lo que puede ser que le de indigestión y no creo que sea la mejor carne de hamburguesa por el precio que piden, la lechuga esta demasiada verde lo que significa que no fue lavada y puede tener parásitos, sin decir que el queso no esta derretido y no comenzare con las papas— toque las papas y después limpie mi dedo con una servilleta.

acerque un poco mi cuerpo al plato de Marco y pinche una pasta con el tenedor.

—La pasta esta todavía fría por dentro, mira que solo el humo sale por fuera pero al moverla no por dentro— solté el tenedor un poco brusca.

—Por favor no digas nada de mi carne, esta riquísima—Ese fue Dario, era bien fuerte y estaba lleno de tatuajes, pelinegro al igual que mi Cohen.

—No es bistec, es tripa cortada congelada y sazonada mira el pellejo y la inconsistencia chico por dios hasta un niño supiera eso y las papas no son al horno fueron hechas en una parrilla lo que le da grasa pero aunque sea más sabor — digo y limpio mis dedos con un servilleta, la cual tiro a la mesa.

—Creo que se me ha quitado el hambre— empuja su plato y mira a sus compañeros. Marcos tiene una mirada seria.

—Lo único que se ve digno de comer es la pizza de Steve— pido permiso para tomar un pedazo a lo que él me lo da. Lo tomo, la pruebo, la pizza esta dulce, horrible, consistencia asquerosa la suelto en el plato de Cohen y no digo nada pero niego.

Cohen me sonríe y me besa el cachete repetidas veces poniendo su brazo sobre mi hombro, todos en la mesa han dejado de comer y me observan. No se si he hecho bien en destruir sus sueños o si hay algo en mi cara pero ellos me han preguntado, han sacado mi chef interior y ahora no hay vuelta atrás.

—Bien pues pidamos la cuenta— habla Marcos, creo que es él que más molesto esta de todos. Cuando la cuenta llega se despiden amablemente de mi pero sin claramente darme una segunda mirada. Siempre lo hago, siempre lo arruino, por eso no tengo muchos amigos porque soy una perra con los pocos que llego conseguir. Estamos en silencio, miro por la ventana. Carros pasan y personas caminan, el lugar es horrible realmente. Cohen se acerca más a mi si es posible y pone su mano en mi muslo derecho.

—¿Que has hecho hoy?—Cohen me tiene bien cerca de él todavía, mientras la linda mesera retira los platos y lo mira de reojo pero este no la mira. Sus ojos azules están puestos en mi.

—Cohen la linda mesera esta tratando de llamar tu atención— le digo y me trato de alejar un poco pero este se acerca a mi otra vez.

—Y yo trato de llamar la tuya, que extraña es la vida— dice a lo que yo me rio llamando la atención de la misma que sonríe a ambos. No esta mal mirar siempre lo he dicho, hay que mirar para que la vista no falle a la hora de elegir.

—Cada vez que cocino risotto de camarones pienso en tu papá— murmuro.

—Le encanta todo lo que tiene que ver con comidas del mar, es un milagro que no haya vendido la casa y se haya comprado un bote— parece extraño pero me rio de cada cosa que Cohen dice y no se si eso es normal.

—Carpio y Ohena Morales, así se llaman mis padres— estira sus piernas y se sienta más relajado. Yo me apoyo en su pecho pero sin estar arriba de él y no digo nada. Por un momento parecemos mudos.

— San Vicente y Mathilda Kinaw— digo y lo miro directo a los ojos azules. Algo se mueve por primera vez dentro de mi estomago, sus labios me muestran sus dientes, dejo de mirarlo porque siento que dire algo más.

Espero no equivocarme, pero no dejare de caminar siempre con cuidado. 

Martina Kinaw (RSC #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora