6.Si me abrazas sin lastimarme serias el primero

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CINNAMON GIRL LANA DEL REY

Es viernes, falta un día para que los chicos vengan a degustar la pasta de camarones de la casi chef Martina. Hoy mis ánimos están en el piso, el cumpleaños de mi sobrina San Lucia esta a la vuelta de la esquina y como siempre no me pidieron hacer ni las picaderas ni el bizcocho. No digo nada porque no quiero causar conflictos pero me duele cuando hacen eso, no es solo con Lucia es también con todos mis sobrinos, con mis hermanas, mis primas, mis tíos, con mis padres. Nadie pide mis servicios es como si mis postres o mis comidas realmente no sirvieran, aunque ya les he dado a probar siempre dicen que me contactaran pero nunca lo hacen.

—Deben saber a mierda— digo mientras entro las cajas de pasta al carrito con más presión de la necesaria.

—No, tu familia es una mierda tóxica esa es la diferencia— Priya llevaba su uniforme todavía, unos tacos que la hacían ver de mi tamaño y una ropa formal azul marino. Al pasar por el área de helados tira par de botes de Ben&Jerry y no se lo impido yo al pasar por el área de vino tiro algunos baratos que me hagan olvidar.

—Estoy tan cansada, no quiero ir a trabajar hoy— la verdad era que estaba super depresiva. 

Esto me drenaba toda la energía. Pensar en mi familia lo hacia, ni siquiera la llamada de mi nana al decir que no le diera mente había parado mis lagrimas, nana me habia comentado de toda la gente que estaba invitada y de un tal Johna Tame que querían presentarme pero no le doy mente siempre hay alguien. Al llegar a la casa me cambie a una pijama más cómoda, rosada de seda. El cumpleaños de San Lucia era el domingo pero tenia la cena el sábado y viajar a las afuera, aunque no tan lejos un poco retirado era muy cansón, así que les dije que no podía ir.

Tengo al rededor de dos horas llorando, las dos botellas de vino tinto son testigos de que no me encuentro bien. Llame a Crystal y le dije que me excusara que me sentía horrible de la barriga, pero la verdad es que mi cara parecía un tomate, estaba hinchada de llorar y eso que la noche apenas comienza. 

Me tiro en el sofá blanco y miro hacia arriba, las lagrimas siguen bajando, siempre hacen esto, cuando algo va relativamente bien en mi vida buscan alguna manera de joderlo, de joderme. Muchas veces pregunto porque nací, si hubiera podido pedir no nacer lo hubiera hecho, pero ya que estoy viva no quiero morir, que se mueran ellos.

¿Como es que pueden hacer sentir tan miserable a alguien que no les ha hecho nada mas que el bien? Solo soy una víctima de las circunstancias a las que estoy obligada a pasar, mi familia no me quiere, a lo largo esa mierda, me ha hecho la mierda quien soy. No puedo cambiar quien soy por nada. Tomo otro trago mientras miro el info comercial, no se que vende pero se que no lo necesito. Mis padres me dan dinero para mantenerme, porque creen que siendo cocinera no hago dinero y no puedo mantenerme, lo que es mentira.

Tecnicamente.

Y aunque fuera así no me importaría tampoco. Cocinar ademas de ser un arte, mi arte, es mi vida, es quien soy, es mi ser. El único lugar donde mi madre no me perseguía para regañarme por no haber pasado las asignaturas con A+ era la cocina, donde mi padre no entraba a beber a altas horas de la noche era la cocina, donde mi hermana no entraba a gritar por haber tomado su pinta uñas rosado era la cocina, donde mi otra hermana no iba con su novio que me miraba de una manera extraña era la cocina. La cocina se hizo mi lugar preferido y seguro, y al conocer a Priya todo lo que hacia ella se lo comía, si sabia mal me lo decía y así mejoraba la receta.

Así que no necesito gente diciéndome que hacer con mi vida. Es mi vida, y aunque este jodida soy yo que tengo que lidiar con mis problemas, con mis altos y bajos. Siempre fue una disputa, mis padres querían controlar hasta el momento de respirar de mis hermanas y ellas dejaron que fuera así, yo no las critique y esperaba esa mismo cuando me rebele, pero fue todo lo contrario. Sufrí mucho cuando escape de mi casa, muchas cosas que son mejor no recordar, cuando volví me aceptaron pero las cicatrices en mi piel estaban por siempre ahí. Se sintieron tan mal que fui a una de las mejores escuelas de cocina de Francia, mi maestría también allá, al volver mi plaza en Copacana. Las cosas no cambiaron mucho, sigo siendo el diablo en persona en la casa. Pero al menos tengo lo que siempre quise, un titulo, un trabajo, un piso con mi mejor amiga. Y aun sigo vacía.

Repetidos besos calientes en mi mejilla me aturden. Deben ser las tantas de la madrugada por el frío que hace.

—Nunca seré suficiente para nadie, moriré sola, estoy jodida— susurro, mientras me abraza fuerte. 

—Por favor no llores— esa voz me trae paz, paz que no le permití dar. Cohen me toma por la cintura y me sienta en el sofá mientras limpia mis lagrimas.

—¿Cohen que haces aquí?— no se si entiende mis palabras pero yo lo hago.

—Priya me dijo que no te sentías bien, pase a ver si necesitabas algo— Este chico debe tener problemas. ¿Quien hace eso? Me rio un poco y me acerco sin problemas a él. Esta todo vestido de negro, comienzo a llorar sin poder evitarlo, hasta que sollozo, quiero que me diga que todo estará bien y que nunca se ira aunque lo joda porque claramente buscare una forma de sabotearlo, es demasiado bueno para alguien tan jodida como yo.

—¿Que hora es?— pregunto media somnolienta media borracha.

—Son las 10pm— mira su reloj inteligente en su muñeca, dejándome ver sus grandes manos tatuadas. Esas manos que han recorrido cada parte de mi cuerpo adentro y afuera.

—Necesito ir al supermercado— miro al techo, tratando de que las lagrimas paren.

—¿A que?— es normal que él lo pregunte, al no venir de una familia disfuncional nunca entenderá que la única forma de yo Martina Kinaw llorar es por medio del alcohol excesivo, de otra forma no seria posible que de mi salga una sola lagrima y que este en penumbras por días con todo esto por dentro.

—Se me acabo el vino— digo parándome, y tropezándome con sus largas piernas volviendo a caer sobre él. Me rio, porque estoy segura que lo he dejado sin aliento, por mi peso.

—Lo siento— digo.

—No iras a ningún lado— dice que voz dura, lo miro seria por un momento pero después rio a todo volumen. Me pregunto donde esta Priya ella sabe que necesito alcohol y si no lo tengo no podré cocinar bien mañana y si no puedo hacer ni eso bien, sinceramente no se que haré con mi vida.

—No eres mi padre— le refuto.

—¿Quieres que lo sea?— me pregunta coquetamente, si no estuviéramos en esta posición tan incomoda estuviera sobre él montándolo pero ahora mismo estoy muy mareada para tal. Mi cabeza no se puede sostener por si sola.

—Quiero que seas lo que quieras ser pero conmigo— le digo y lo beso, es por obvias razones uno muy asqueroso pero es real. Realmente lo quiero besar.

—No vas a tomar más Martina— me regaña, se oye como mi padre. En mi mente pasan muchas cosas, cosas que no son buenas recordar.

—¿No ves que te haces daño?— me rio secamente, ¿a quien no le he hecho daño ya?

—Eso no te importa Cohen— volteo la cara y me acerco a paso lento a mi habitación a mi guarida, Cohen nunca había entrado acá.

—Ya lo se, tú y yo solo follamos— dice con voz agria, odia que se lo recuerde pero no esta de mas que lo entienda.

—Exacto— afirmo. Me quito la bata de seda y quedo en ropa interior, tengo mucho calor asi que prendo el aire acondicionado.

—Me importas, me gustas, me traes loco, ¿que parte no entiendes?— pregunta acercándose peligrosamente a mi. Me mira desde arriba, esos ojos azules que me estan haciendo sentir cosas no seguras para mi cabeza inestable.

—Vete por favor— es lo único que sale de mi. Creo que esas palabras funcionaron mucho mejor que el alcohol porque no deje de llorar en toda la noche. 

Martina Kinaw (RSC #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora