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Pronto transcurrieron las semanas. La Navidad y el Año Nuevo finalizaron y cada vez se acercaba más la esperada excursión a Canterbury. Harry estaba mil veces más veces emocionado que Niall. No es que el segundo estuviese  disgustado con el viaje pero solo con pensar que el señor Cowell los iba a acompañar le hacia ponerse de mal humor.

- Siempre lo podemos encerrar en el baño de una gasolinera. - bromeaba Harry. Al ojiverde no le importaba tanto la presencia de aquel profesor ya que él era uno de los pocos afortunados a los que no había humillado. En cambio Niall no había corrido la misma suerte. El primer año que lo tuvieron como profesor todo funcionó bien, pero en el segundo todo cambió. El señor Cowell sutilmente -pero haciendo que Niall lo entendiese- dedicaba insultos, bromas o comentarios sarcásticos hacia los irlandeses y su cultura. Un día incluso se atrevió a decir :

- Tenemos a alguien de su clase entre nosotros, pero no os preocupéis chicos, dadle un poco de cerveza y seguro que se calla.

El rubio no soportó más los comentarios del profesor y respondió a su broma.

- Al menos yo no soy un capullo machista y homófobo que solo bebe té.

Su voz mantenía un tono grave y frío inusual en él. No apartaba su mirada de la del profesor. Ambos parecían estar luchando solo con sus ojos y su expresión. Hasta que Cowell se hartó del chico y lo expulsó de clase con una amonestación grave. En ese momento, las mejillas de Niall se tornaron rojizas al razonar lo que acababa de hacer. Se puso en pie y empezó a recoger su material mientras sentía como sus ojos empezaban a humedecerse. No quería llorar en clase y menos en esa clase. Harry lo contempló desde su mesa y pidió permiso para ir al lavabo acompañando así a su mejor amigo. Ninguno dijo palabra alguna. Niall tenía la mirada en el suelo y Harry observaba atentamente los movimientos del chico. Cuando llegaron al principio de las escaleras, ya lejos de su aula, la mochila de Niall resvaló de sus hombros al mismo tiempo que él caía de rodillas al frío suelo empezando a sollozar para luego llorar sin ningún tipo de retención. Harry rapidamente se sentó a su lado y lo abrazó mientras su amigo lloraba sin parar. Harry no hablaba, quería que su amigo se desahogase en su polo blanco con el escudo del instituto. El ojiverde sabía cuan importantes eran los estudios para su amigo y que un profesor lo amonestara de forma grave era el peor de los castigos. 

Después de aquel horrible episodio, Niall no volvió a hablar en clase de literatura jamás. Se limitaba a contestar con palabras cuando los gestos no las podían sustituir y se seguia esforzando tanto como antes. Dos años habían transcurrido desde entonces, pero Niall se negaba a perdonar al señor Cowell y estaba seguro de que él también le guardaba rencor por haberle humillado así delante de sus alumnos.

***

Quedaban unos minutos para partir hacia Canterbury. Todos los alumnos esperaban ansiosos subir al autobús. El profesor de literatura tenia en sus manos una lista de a saber que cuando empezó a llamar a los adolescentes a voces y a decirles en que fila debían tomar asiento.

- ¡Styles a la fila quince!- Harry asintió y se dirijió a ella rogando para que sentase a Niall con él. Pero no sucedió, el calculador profesor había sentado al rubio en la fila nueve junto a uno de los chicos del equipo de baloncesto. Harry resopló y una chica tomó asiento a su lado. Era pelirroja, con el cabello recojido en un moño. Tenia unos ojos tan oscuros como la noche y unas pecas alrededor de la nariz que la hacía parecer más tímida de lo que ya era.

- Hola, soy Harry. -  se presentó formal.

- Yo Leya. - dijo ella con una sonrisa.

Después ambos mantuvieron la mirada al frente. No sabían que decirse y el viaje iba a durar una hora y media que se haría mucho más larga en silencio. Por lo que Harry intentó romper el incómodo silencio que los rodeaba.

Canterbury [LARRY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora