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El lobo quería actuar esa noche, mas el frío se lo impedía.  Gruñó, odiaba el frío casi tanto como las aberraciones.

La última noche que actuó sirvió para saciar su brutal hambre, pero sus tripas seguían rugiendo, aún tenía apetito. Su presa era más difícil de cazar que la anterior, y debía pensar minuciosamente su plan. Quería devorar su caza lo más rápido posible y al mismo tiempo quería cocinarla lentamente para que el placer de degustarla fuera mayor.

Canterbury [LARRY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora