Una bruja y una cazadora sin nada en común deberán unirse para cumplir un objetivo sagrado: Salvar su mundo, y no caer en las sombras en el intento.
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A Aurea le gusta vivir al límite. No conforme con tener la matrícula condicional en la...
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No podía creer que en serio habían llegado a ese punto. Es más, ella ni se dio cuenta que estaban en ese punto, o que quería llegar al punto. Después del beso en la barra, llegaron con la orden de la "Ronda extrema" a la mesa. Ahí las chicas hicieron bromas al respecto, obvio que las vieron besarse, pero ellas no contestaron nada, fingieron demencia o algo así.
Ya con varios tragos encima, fue inevitable que la cosa avanzara. Abish decía que no bailaba ritmo hop, ella insistió tanto con sacarla y decirle que le enseñaría. Por supuesto que bailar fue lo que menos hicieron. Cuando se apagaron las luces y todas en la pista de baile estuvieron entregadas al frenesí, los besos empezaron. Y así como quien no quería la cosa —Si, claro —se dijeron que mejor salían a tomar aire fresco. Se fueron a un lado, según Abish a prender un cigarrillo. Antes de que siquiera se pusiera a fumar, Aurea se lo quitó de la boca y decidió darle una mejor utilidad a esos labios.
Así que ahí estaban, besándose como si no hubiera mañana detrás de la tetería. Una parte de ella aceptaba que sin alcohol de por medio no hubiera cedido tan rápido, ni Abish se hubiera soltado tan fácil.
—¿Te gusta? —le preguntó Abish al oído—. Nunca había hecho esto.
—Yo... —No supo qué decir, porque de hecho eso era lo que más hacía. Nunca había ido más allá por culpa de su condición en el aquelarre. Y así, en medio de la emoción y tanto alcohol de por medio, le dio un arranque de seriedad—. Abish, sabes que no estamos yendo en serio, ¿no?
—¿Qué? —Apenas escuchó eso, la cazadora se separó. Como que la cagó un poco son sus declaraciones—. No te entiendo, creí que ya no estábamos fingiendo.
—Obvio que no, pero es que ya no vamos a ir más allá de esto, ¿si? Esta noche y se acaba todo.
—¿Esto es un juego para ti? —preguntó más seria—. Te ligas a alguien una noche, ¿y después haces que no pasó nada?
—No es eso —respondió avergonzada—. Sí me gustas, no te lo tomes así. Es solo que yo... No puedo, ¿si? No hagas más preguntas.
—¿Es por Eleanor?
—Ella no tiene nada que ver. Soy Fiurt de pureza perpetua, no puedo tener relaciones serias.
—Ah —contestó, y seguía molestia—. ¿Y cuándo pensabas decírmelo? Porque yo no soy de ligues de una noche, yo no hago estas cosas. ¿O pensabas mandarme a volar mañana? ¿Es lo que haces siempre?
—Mira, es más complicado de lo que crees, pero no es personal. Te estoy dejando las cosas claras ahora, ¿si? Solo hay que pasarla bien y ya, deja de complicarte la vida. Ven aquí y bésame. Si quieres vamos a otro lugar a hacer otras cosas, pero mañana se acaba.
—¿Sabes qué? Vete a la mierda. Yo no voy a ser tu juguete de una noche. Eleanor tenía razón, eres una miedosa.
—¡¿Qué?! —estalló indignada. ¿Acaso no estaba dejando las cosas claras? ¿En qué momento insinuó que eso era en serio? —. Vete tú a la mierda y déjame en paz.