—¡Apaga eso! —le gritó Abish en cuanto hizo aparecer enerkinesis en sus manos. Aurea no obedeció, mantuvo aquella bola de energía encendida unos segundos más, suficiente para que Abish lograra acostumbrarse y asimilarlo—. Bien, entendí que ya sabes encender esa cosa, no es necesario. ¿Qué tal si alguien abre la puerta?
—Nadie va a hacer eso, estamos encerradas en un baño y afuera creen que estamos haciendo nuestras cosas —bromeó. Frente a ella, Abish solo resopló.
—Esto ha llegado demasiado lejos.
—Llevamos horas fingiendo que estamos juntas, creí que ya te habías acostumbrado.
—No, y no sé como tú lo haces.— Silencio incómodo otra vez. Antes había logrado desesperar a Abish con su actitud de zorra miserable, pero de pronto había descubierto como ponerla tensa en serio. Había que reconocer que en verdad a Abish no se le daba bien eso de la diversidad sexual. O estaba reprimiendo algo, lo cuál era muy probable considerando que no más hace unas horas había descubierto que tenía sangre de bruja en las venas.
—¿Y bien? ¿Qué te parece todo?
—Supongo que no te va a quedar alternativa que aprovecharte de la caridad de los Seymur hasta que dure.
—Si, eso iba a hacer de todas maneras —le dijo antes de apagar su enerkinesis. Solo entonces Abish pudo respirar en paz.
Las horas habían pasado rápido, o al menos así lo sintió Aurea. Para Abish, todo fue lento como una tortura mental. En cuanto se llenó el salón con las brujas Bruanne, la cazadora volvió a ella. Aurea había percibido que en serio algo malo le estaba pasando, pudo sentir su angustia, su miedo, su turbación. No podían simplemente escapar como si nada del salón, las brujas de ese aquelarre la considerarían una falta de respeto, así que tuvieron que quedarse juntas buen rato. Brindando, disimulando, saludando, y claro, fingiendo ser pareja. La única que no creyó una mierda de eso fue Sybil, se la pasó todo el rato buscando una forma de hablar a solas con ella y pedir una explicación. Ah, y América tampoco parecía muy crédula. Quizá porque sabía que se traía un rollo con Ethel. Ninguna de las dos fue indiscreta, así que se salvaron de ser descubiertas.
Cuando al fin escaparon del salón de las Bruanne, Abish parecía a punto de colapsar. Se la había pasado alterada y tensa todo el rato, pero una vez fuera pareciera que le faltaba el aire. Fue una suerte que no se encontraran nadie, ni su jeep ni Alicia. Estaban solas, y solo entonces Abish fue capaz de hablar.
—Soy bruja, Aurea. Amicia es mi familia —contestó. Aurea por poco se pone a gritar ahí mismo. Si esa noticia la dejó alterada a ella, sin dudas Abish la estaba pasando peor.
Se quedaron un momento afuera, sentadas en el asfalto. Abish intentaba asimilar todo, durante el tiempo en que estuvieron guardando las apariencias en el salón de las Bruanne apenas habló. Aurea solo se sentó a su lado y esperó, la escuchó. Fue ahí que le contó sobre la confesión de Amicia y sus conclusiones. Tenían mucho de qué hablar, pero no ahí. Las brujas ya empezaban a salir.
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Memorias de Xanardul: Las escogidas [#1]
FantasiaUna bruja y una cazadora sin nada en común deberán unirse para cumplir un objetivo sagrado: Salvar su mundo, y no caer en las sombras en el intento. *********** A Aurea le gusta vivir al límite. No conforme con tener la matrícula condicional en la...