30.- Ecos del viejo mundo

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No estaba sorprendida por sus notas, en realidad Aurea se esperó esos resultados

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No estaba sorprendida por sus notas, en realidad Aurea se esperó esos resultados. Siempre fue buena para memorizar las cosas, lo único que siempre se le complicaba era la magia de sangre. En muchas ocasiones tenía que practicar hasta el cansancio hasta llegar a la entonación adecuada que activara la magia. La maestra Agatha ponía especial atención en ella en ese aspecto, era la única que siempre padecía. De los diez ejercicios que tomaron en la práctica, falló en cuatro. Pasó apenas, y eso le bajó todo el promedio. Al menos le quedaban de lujo los hechizos principales, como los protectores y de bloqueo. Cuando terminaron de entregar las notas, la maestra le pidió que se quedara. Ya hasta le dio miedo eso.

—No va a enviarme a un examen suplementario, ¿verdad? —le preguntó apenas estuvieron a solas.

—Tuviste el promedio más alto en adivinación —empezó a explicar la maestra, Aurea asintió—. Memorizaste todos los sortilegios de la prueba, pero fallaste en la ejecución con magia de sangre. Sabes bien que todas tus compañeras van avanzadas en eso, y es algo inquietante que a puertas de tu iniciación sigas teniendo esos fallos.

—Lo sé —murmuró avergonzada—. Lo siento, he estado algo distraída estos días, no me concentré suficiente.

—Es algo repetitivo, Aurea.

—No sé qué decirle —agregó, ya no sabía dónde meter la cara.

—Bueno, eres la única Fiurt de tu curso —continuó la maestra—. Y la magia de sangre siempre ha sido complicada para las Fiurt. No se les da, como si no fueran compatibles.

—¿Cree que es algo natural entonces?

—Es un hecho que la naturaleza de la magia de nuestros aquelarres es contraria. Ustedes nacieron con el poder de purificar, es la energía que tienen dentro. Las Faistine usamos la energía canalizada por la sangre para que funcione. Esa es la razón por la que no puedes ejecutar magia de sangre como las demás, es como ir en contra de tu naturaleza.— Aurea asintió, eso tenía mucho sentido para ella. Sobre todo porque no era una Fiurt, era una Asarlaí. Jamás usó hechizo alguno para canalizar su enerkinesis, y para curar se basaba en algunos encantamientos específicos. Pasar su energía a la sangre siempre le requería mucho esfuerzo.

—¿Qué va a pasar conmigo, entonces?

—Vas a tener que pagar un examen suplementario de todas maneras.— La bruja suspiró, no le quedaba de otra—. Pero vamos a concentrarnos en los hechizos de vinculación en los que fallaste, ¿si?

—Es que realmente no ligue ni uno —intentó bromear, la maestra se mantuvo serena.

—Lo cual es extraño, porque tengo entendido que las pócimas de amor se te dan de lujo.— Eso lo dijo más seria. Ella tragó saliva.

—Ehhh... pues son curiosidades que tiene la vida.— La verdadera razón por la que le quedaban bien las pócimas de amor era porque lo reforzaba con agua sagrada, ella misma había desarrollado esa fórmula. De hecho, si dominara las conexiones de magia de sangre esa pócima sería lo más potente del mercado.

Memorias de Xanardul: Las escogidas [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora