59.- Ataque de las sombras

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No entendía cómo seguían vivos

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No entendía cómo seguían vivos. Todo se había precipitado de pronto, y el caos cayó en la ciudad tan rápido que muchos no supieron cómo reaccionar. Tal vez hasta los cazadores se habían acostumbrado a la rutina, jamás habían enfrentado algo semejante. Nadie estaba preparado para una luna roja, eso Sybil lo sabía bien. Por eso entendía el desorden, la desesperación, el terror.

Y claro, no eran solo los cazadores quienes en un inicio no fueron capaces de enfrentar el caos. Las brujas tampoco. Por años la habían entrenado para controlar su poder y no lucirlo delante de los humanos, las clases de lucha elemental en realidad siempre fueron un convencionalismo más para pasar la escuela. Nadie luchaba de verdad, había paz entre ellas, enfrentar vampiros ya no era tan común como en otros tiempos. Demasiada paz, ese era el problema. La paz y la estabilidad acabó siendo el punto débil de Etrica. No eran guerreros, no estaban listos para enfrentar a monstruos enloquecidos que destruían todo a su paso.

Matar o morir, eso decían los cazadores. Y ella, una Bruanne que podía encender la noche con el fuego, no se sentía capaz de hacerlo. Tenía miedo de lastimar inocentes, que sus llamas alcancen por accidente a algún cazador. O peor, que pierda el control y lastime a quienes le hacían compañía.

No pudieron ir muy lejos al inicio. Alistair quiso quedarse y esconderse en algún lugar de su local, pero tanto Sybil como Matt insistieron en llevarlo consigo. Ella porque sabía que era mejor que se encuentre resguardado, eso al menos le daría más tiempo de vida. Y él porque no quería dejar solo a su amante, cosa que Sybil comprendía muy bien. Era una suerte para ella que América y Alicia estén a su lado, no quería perder a ninguna de las dos en medio de esa locura.

Todo fue caótico. A Sybil le resultaría difícil precisar cómo acabaron ahí, en medio de la plaza central al lado de varios cazadores y sus patrullas. Lo que sí recordaba fue que corrieron hacia afuera con el resto de los cazadores, y entre todos intentaron detener a una horda enloquecida de vampiros que no podían morir. A Sybil la ensordecían el ruido de las balas, pero más la desesperaba ver cómo Matt y Alicia disparaban, y los miserables no morían. Los monstruos eran resistentes y rápidos, una ráfaga de balas no bastaba.

Cuando entendieron que tenían que apuntar al corazón y disparar varias veces allí para conseguir matarlos ya fue tarde para algunos cazadores. Algo que por poco les cuesta la vida a ellos. Sybil tenía heridas en los brazos que lo demostraban, pues un vampiro se lanzó sobre ella y hundió sus uñas en su carne con fuerza. Estuvo paralizada, incapaz de reaccionar. Pudo morir, pero Alicia le disparó en la cabeza a aquel monstruo, y América le prendió fuego. Como a ella las llamas no le hacían nada, salió ilesa de las quemaduras.

—¡Reacciona, Sybil! —le gritó Alicia. Y vamos, que lo dijo en serio. Estaba enojada con ella por su estupidez—. ¿Quieres que te maten? ¿Eso estás buscando?

—No —murmuró avergonzada.

—Entonces muévete de una vez, no hay tiempo. —La bruja asintió. Su cuerpo seguía temblando, pero ya no había tiempo para ser débil. Si no se organizaban pronto acabarían muertos.

Memorias de Xanardul: Las escogidas [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora