𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 13

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"Irritante"

Celeste sentía sus párpados caídos, pero su cuerpo no le dolía, ni pesaba media tonelada, era algo aguantable,  como si la dosis de lo que le habían estado proporcionado hubiera disminuido leve y misteriosamente. Con cuidado se acomodó, se agarró de los barrotes y observó al manfioso.

Akutagawa tenía una mirada neutral y pérdida, con el pasar de los días se había ido acostumbradando a lo ruidosa y tediosa que podía ser su acompañante, o tal vez se hizo a la idea de que tenía que aguantarla lo suficiente hasta que su prima fuera capturada.

—Kuta-kun tengo hambre —canturreó, para luego chocar su cabeza contra el hierro que los separaba.

—Deja de llamarme así —el mencionado se puso en pié para comenzar a caminar en la dirección de uno de los extremos del pasillo. Se perdió de la vista de Celeste hacia un lugar que ella desconocía, siempre que le traía comida iba se dirigía ahí, ella supuso que allí estarían los suministros.

—No —tajó divertida.

—Te dejara sin comida, pero sería un fastidio que murieras y terminara cargando con esa responsabilidad —comentó, y trás unos segundos regresaba con una bandeja en sus manos.

—¿Por qué no eres honesto? —lo miró de reojo, hasta donde su posición le permitía observar -. Dí que me has terminado cogiendo cariño y que no quieres verme enterrada bajo tierra.

—Cuando se acabe esta misión yo mismo me haré cargo del entierro —se posicionó frente a la reja, depositó la bandeja en el suelo y sacó de uno de sus bolsillos una llave, con cuidado la metió en la ranura y abrió la puerta. Ella se apartó para darle paso y se recostó contra la pared, para dejar todo su peso caer y quedar sentada.

—Otra vez vuelves a mentir —canturreó, a Celeste se le hacía muy ameno molestarlo.

—Come —ordenó tras poner bruscamente la bandeja sobre sus piernas, ella, de cierta forma, lograba recordarle a Dazai.

Celeste lo miró, luego a la comida, y por último a él de nuevo, una sonrisa juguetona asomó en sus labios y su lado travieso salió a la luz, solo con verla de ese modo Akutagawa sabía que se le había ocurrido una locura-. No puedo, no tengo fuerzas.

Él la miró incrédulo, luego su expresión cambió a una de esas que tienen escrito en la frente: ¿Es en serio?. La de cabellos rosados asintió con una gran sonrisa y sus ojos cerrados.

—No voy a darte de comer, carnada —sentenció seguro.

—¿Dejarás que esta pobre carnada se muera del hambre? —la muchacha hizo un largo puchero, y comenzó un duelo de miradas, el cual, claramente perdió el joven.

—¿Dejarás que esta pobre carnada se muera del hambre? —la muchacha hizo un largo puchero, y comenzó un duelo de miradas, el cual, claramente perdió el joven

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Orden de la Reina  •|Osamu Dazai|• (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora