La voz que todos persiguen... pero nadie puede alcanzar.
Ekaterina Brown fue víctima de un cruel destino, uno que la llevó a nacer con el poder que todos quisieran pero nadie podría imaginar que existía. A causa de esto su cabeza tiene un precio de...
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"Esa mirada"
Las puertas del tren se abrieron, afortunadamente habían personas, pero no una gran multitud. Con cuidado ambos castaños se adentraron en el interior, logrando encontrar con suerte un lugar desocupado y con asientos vacíos.
Kate fue la primera en lanzarse con fuerza, seguida de Dazai, quien miraba la carpeta que le dio Atsushi, dos segundos le prestó atención a las hojas frente a él para luego cerrarla.
Había un calor inmenso y los ventiladores no lograban calmarlo.
-Natsume Shizuku -comenzó a compartir la poca información que había leído -. Era una doble agente en la Port Mafia.
-¿Fue encontrada muerta? -él asintió -. Y el asesino quiere hacer ver que fue la Port Mafia.
-Eso es lo curioso, no hay señales de que la haya asesinado la Port Mafia, tampoco de un intento de inculparla -sonrió -. Pareciera que alguien le dio una puñalada al azar.
-¿Cómo un ladrón? -preguntó perdiendo el interés.
-Sus pertenencias de más alto valor no se encontraron -, prosiguió posando su vista en el techo.
-Entonces es un caso simple, busquen testigos y esas cosas -sugirió observando a Dazai, tenía las pestañas largas y desde ese ángulo se podían ver a la perfección. Eran malditamente hipnotisantes, aquel idiota si que era un hombre atractivo, se podía ver en cada expresión de su rostro.
El tren hizo una parada y más pasajeros abordaron, llenando un poco más el lugar. Las personas comenzaron a llenar los asientos, y de un momento a otro ya se encontraban apretados Dazai y Kate, casi montados arriba del otro.
-No creo Rina-chan -prosiguió Dazai aún a pesar de la incómoda situación -. Opino que hay algo que los oficiales han pasado por alto, por eso voy personalmente, para describir que es.
-O sea que perdemos el tiempo por una corazonada tuya -Resumió mortificada.
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. . .
La mujer aparentaba unos 40 años, ni muy joven ni muy vieja. Su cuerpo, ensangrentado, estaba tendido en el suelo, boca arriba, con un cuchillo encajado justo el pecho, un asesino bastante certero. Sus cosas se encontraban exapersidas a su alrededor.
