Prólogo

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Prólogo: Lágrimas sin sonrisas

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Prólogo: Lágrimas sin sonrisas.

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La pequeña niña castaña miraba la televisión en la sala con una sonrisa. Se encontraba tendida en el suelo y sus pies danzaban en el aire, mostrando lo hiperactiva que era. Aquel programa sin duda le encantaba, pues se podía notar en sus orbes color café un brillo especial, uno que denotaba con inocencia y dulzura cuanto amaba las histororias de ciencia ficción y romance, sobre todo esa, en donde la humanidad había pasado una crisis mundial y ahora todo dependía de un adolescente con un cerebro gigante, afortunadamente no estaba solo, pues su mejor amiga lo ayudaba con dedicación, portadora de una memoria formidable, o bueno, como ellos solían llamarla, fotográfica.

El sonido de la puerta principal abriéndose la sacó de su ensemismado estado. Sabiendo que esto significaba la llegada de sus padres, se puso en pie dispuesta a recibirlos con el mayor afán y cariño posible. Con rapidez apagó la pantalla y corrió con los brazos abiertos donde su familia, con una las comisuras de sus labios elevadas a su máximo explendor y esperanzada de esta vez recibir un poco reciprocidad; sin embargo, se detuvo al ver la expresión en el rostro de sus progenitores.

Su adorada madre la miraba por encima de hombro, con un semblante rígido y taladrante, algo que se había vuelto un poco cotidiano. Ekatererina era una niña, así que no podía distinguir que el sentimiento que se reflejaba en sus ojos era de desprecio. Por su parte, el padre ni siquiera se dignó a observarla, tan sólo siguió de largo, pasando por su lado.

—¿Mami? —La miró con un atisbo de súplica, sin llegar a comprender por completo por qué aquella actitud, rogando que se mostrara más comprensiva.

La respuesta fue un bufido feroz por parte de la mujer, quien se tuvo que aguantar para no gritarle.

—¿Papi? —Al fracasar por completo con su madre, no le quedó más remedio que girarse para ver qué hacía el padre de familia, buscando consuelo o atención en él.

El castaño tenía la puerta del refrigerador abierta, tapando por completo su silueta. Parecía buscar algo con mucho afán, pero de una forma tosca, lanzando las cosas de lado a lado y gruñiendo por lo bajo. Luego de escuchar a su hija decidió ignorarla y seguir en lo suyo aún cuando el tono que había empleado era el de una voz rota y destruída, necesitada de comprensión.

La niña apretó con fuerza su vestido blanco y las lágrimas descendieron, empapando por completo su fino rostro.

—Perdón —confesó apenada, tratando de contener su llanto. La tela de su vestido terminó arrugada por la presión ejercida sobre ella, tal vez era la impotencia o lo desamparada que se sentía, mas era demasiado pequeña y no podía ponerle nombre a la picazón en su pecho—. Perdónenme, prometo que no lo volveré a hacer.

—¡Cállate! —exigió su madre, enfadada. ¿Cómo podía la voz de su propia hija ponerla de los nervios?

—No volveré a hablar si es lo que quieren —Se lanzó a abrazar los pies de su progenitora lloriqueando—. Por favor volvamos a como antes.

Orden de la Reina  •|Osamu Dazai|• (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora