La voz que todos persiguen... pero nadie puede alcanzar.
Ekaterina Brown fue víctima de un cruel destino, uno que la llevó a nacer con el poder que todos quisieran pero nadie podría imaginar que existía. A causa de esto su cabeza tiene un precio de...
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Happy Hollween.
-De feliz no tiene ni mierdas -refunfuñó una pequeña niña castaña mientras se cruzaba de brazos.
-Margaret y sus cambios de humor -anunció como si estuviera en algún tipo de programa de comunicación su pequeño hermano.
-Estoy así siempre estúpido -le reprochó inflando su cachete derecho.
Ambos se encontraban discutiendo en la sala de la casa, él, sentado en el sofá y ella, mirándose en el espejo. Por su lado pasó Dazai con una caja entre sus manos, los miró a ambos y suspiró con pesadez, otra vez estaban discutiendo. Eran como perros y gatos, no coincidían en nada y se la pasaban peleando por estupideces, se veía que compartían los genes de Kate y él.
-Se aman tanto -comentó juguetón para posicionar la caja sobre la gran meseta que separaba al living de la cocina.
-¿Papá tanta droga te dejó ciego? -interrogó la menor con indignación.
-Primero que nada, ¿cómo sabes que es la droga con tan sólo once años? -comenzó a abrir la caja para sacar los dulces que previamente había comprado.
-¿Qué puedo decir? -con aires de superioridad impulsó su cabello detrás de sus hombros -, soy una mujer de conocimiento.
Dazai río por lo bajo para girarse, recostó sus codos en las lozas y los miró simultáneamente -. Su madre y yo solíamos discutir por todo también y nos amábamos.
-¿Por qué lo pones en tiempo pretérito? -cuestinó Ekaterina apareciendo por el humbral de la puerta principal, entre sus manos traía dos bolsas gigantes y cerró la puerta con sus pies -, seguimos discutiendo por todo -Se sacó los zapatos y entró con una sonrisa dedicada a sus pequeños.
-¿Los traes? -el varón corrió emocionado a abrazar los pies de su madre, sin darle tiempo a nada.
-Por supuesto que sí -ella le revolvió el el cabello contenta. Cuando el niño se hubo separado le tendió las dos bolsas, las cuales fueron tomadas con mucho entusiasmo por su parte.
El niño volvió a dirigirse veloz al sofá, su lugar de inicio, donde lanzó las bolsas para abrirlas. Kate se colocó al lado de Dazai para observar como su pequeño hijo urgaba entre los disfraces de Hollween.
-Waa -sacó una capa negra para ponérsela sobre su ropa -Te acordaste de que quería ser un vampiro.
-En realidad tu padre insistió bastante en ese tema -lo miró de reojo -. Estaba preocupado por que no lo recordara, incluso me escribió molestas notas por toda la casa está mañana -se giró para encararlo -¿En el refrigerador? ¿Es en serio Osamu?
-Por una vez no lo hice para molestarte -soltó ahogando una risa -El niño quería ser un vampiro.
Ella alzó una ceja -¿Escrito en mi frente? -levantó su flequillo para mostrar los rastros de tinta que había dejado aquel marcador permanente. Cuando se miró en el espejo esa mañana casi coge un cuchillo para asesinar a su marido.
