La voz que todos persiguen... pero nadie puede alcanzar.
Ekaterina Brown fue víctima de un cruel destino, uno que la llevó a nacer con el poder que todos quisieran pero nadie podría imaginar que existía. A causa de esto su cabeza tiene un precio de...
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"Mi mujer"
Totalmente opuesto a como había supuesto Kate, aquel hombre se mantenía en el lugar, con su poder totalmente activo. De repente una maquiavélica sonrisa se cruzó por sus labios, con lentitud apuntó a sus orejas y negó con la cabeza. Aquello podía ser interpretado de mil formas para cualquiera, pero los dos protagonistas entendieron rápidamente que se trataba de un sordo. Pero eso no era lo inquietante, el capitán se veía tan seguro de sí mismo, era como si supiera que si no escuchaba había ganado. ¿Era posible que supiera de Orden de la Reina?
De todas formas no era momento de pensar, primero debían vencerlo. Kate se giró hacia Dazai, si no podía ordenerale directamente a su enemigo que se detuviera podía ordenárselo a su aliado, podía ordenarle que venciera sin faltas.
Antes de tan siquiera poder abrir la boca, una brisa feroz la impulsó lejos, contra la pared. La cabeza de la castaña chocó bruscamente y rápidamente perdió la consciencia, cayendo al suelo desamyada. Dazai se mostró preocupado, pero debía derrotar a ese problemático rival antes de ayudarla, ahora debía apresurarse.
-Si eres sordo no servirá de nada interrogarte... -traqueó dos de sus dedos y llevó una mano a su rostro, se podía apreciar en sus ojos lo enfadado que estaba, pero lo disfrazaba bajo una expresión divertida - podré matarte por tocar a mi mujer.
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Si ese señor creía que podría derrotar al demonio que tenía delante estaba equivocado. Osamu estaba molesto porque alguien le había puesto un dedo en sima a su presa, a la chica que estaba cazando desde hace días.
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