La voz que todos persiguen... pero nadie puede alcanzar.
Ekaterina Brown fue víctima de un cruel destino, uno que la llevó a nacer con el poder que todos quisieran pero nadie podría imaginar que existía. A causa de esto su cabeza tiene un precio de...
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Capítulo 7: Presentaciones.
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Trás la larga charla explicando todos los puntos fuertes y débiles de su poder, Ekaterina por fin había terminado la parte tediosa, ahora seguían las presentaciones de los locos personajes que rondaban a la agencia. Ella sabía que las personalidades iban a variar abismalmente, desde las más calladas y calculadoras hasta las más cálidas y alegres, estaba consciente de que aquellas personas no eran normales; por muy tontos que le parecieran algunos -y citando algunos hago referencia a Osamu Dazai-, ellos fueron quienes la encontraron y lograron atrapar sin mucho empeño, por una cosa u otra, habían sido más habilidosos que cualquier mafia en el mundo, en solo un segundo la habían desarmado.
El primero en dar el paso al frente fue un niño rubio de ojos azules, vestía como alguien que vivía en el campo, con un mono azul de trabajo y un sombrero de campesino. Se veía tierno, amable y hasta adorable.
-Mi nombre es Kenji. -Le extendió la mano con una sonrisa sincera dibujada en su rostro angelical, una tan gigante que la hizo querer derretirse ahí mismo-. Espero que nos llevamos bien.
-Ekaterina Brown. -Ella correspondió a su gesto de forma educada.
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Durante unos instantes Kenta sostuvo la mano de Ekaterina y la estrechó con mucho afán, moviéndola de arriba abajo. Había buenas vibras entre ellos y ambos lo sabían.
-Yo soy Yosano -dijo una mujer hermosa, apoyándose en el hombro del rubio con una sonrisa que denotaba que no le interesaba el hecho de estar irrumpiendo-. Kate para los amigos, supongo.
-Supones bien -sonrió nostálgica. Trató de ocultar sus emociones y mostrarse fuerte, pero le fue imposible; recordó la época en que era una niña y aún conocía el significado de la palabra "amistad", como por esos tiempos aún había personas a su alrededor que la apoyaban y querían, que nunca la abandonaron. ¿Qué sería de ellos ahora? ¿La extrañaban? -. Pero hace ocho años que no tengo amigos, así que no sé que se sentirá. -La tristeza en esa voz era casi que palpable. Había rememorado cosas que era mejor mantener en el olvido, porque de este modo no dolían.
