Calidez
Habían pasado días luego del malentendido con Levi, y las cosas no marchaban normalmente.
Mikasa aún se sentía apenada, pero al estar frente a él se mostraba desinteresada cuándo en verdad moría de la vergüenza. En ocasiones quedaba perdida al recordar los ojos azules de Levi y en otras se daba cuenta que buscaba atención por parte de él.
Era extraño su comportamiento, sobre todo si se trataba de Levi. Pero simplemente lo ignoraba sin imaginarse que cada vez se hacia más complicado de sobrellevar.
En cuanto a la convivencia nada cambió. Peleaban o discutían a cada rato, siempre resultaba por una tontería, buscaban tener siempre la razón y que el otro aceptase que estaba equivocado; accidentalmente descubrían al otro observándolo pero lo ignoraban o hacían una mueca de disgusto o tal vez de incomodidad. Al estar solos la tensión era peor ya que ninguno olvidaba lo sucedido en la biblioteca, tampoco lo ocurrido en la habitación de Mikasa. La tensión se sentía aún peor todos los viernes donde pasaban un día completo solos.
Lastimosamente era viernes, ambos estaban solos en la enorme casa y a Levi no se le ocurría mejor idea que limpiar a fondo toda la casa.
Mikasa despertó sabiendo la tortura que tendría que pasar, suspiró con pesadez al ver su uniforme perfectamente planchado y exibido sobre un pequeño sofá. Tomó una ducha rápida, luego ocupó otros minutos más para arreglarse minuciosamente el cabello para luego alistarse para ir al instituto.
Al bajar las escaleras un delicioso aroma le dio los buenos días, ella lo recibió agradecida dirigiéndose contenta a la cocina creyendo que su madre se quedaría hoy. Grande fue su sorpresa al toparse a Levi cocinando.
Rápidamente dirigió su vista a la gran ventana para ver si no lloveria por tan grata sorpresa, luego se pellizco para ver si no era un sueño, se sorprendió aún más al saber que no estaba soñando. Levi giró a tomar un condimento y ponérselo a su apetitoso omelette, rodó los ojos a ver a Mikasa completamente sorprendida por su actuar.
─¡Oh por dios! ¡¿Que le hiciste al enano, intruso?! ─chillo sarcástica.
─No seas idiota... ¿Acaso nunca viste a alguien cocinar? Mocosa tonta.
Levi dirigió su mirada a su apetitoso platillo. Hábilmente tomó un plato y sirvió el omelette con cuidado. Mikasa tomó asiento y observó cada movimiento de Levi, este entregó a la pelinegra el delicioso plato para que ella lo degustase.
─Exelente servicio ─bromeó la pelinegra.
Levi sin decir nada tomó asiento junto a Mikasa, esperaba ver la reacción de ella al degustar su comida. La pelinegra contenta dirigió un gran trozo a su boca apenas mastico sintió el terrible sabor invadir su boca. Reiteradas veces carraspeo y tomó litros de jugo de naranja.
─¿Que clase de ingredientes le pusiste? ¡Es asqueroso!
Levi se encogió de hombros, sabía que su plato estaba asqueroso pero aún así lo comía.
─Soy el único tolerante a mi comida.
La joven Ackerman le dio la razón. Ahora sabía que jamás debería dejar cocinar a Levi. Para su desagrado el enano seguía preparando aún más comida, se acercó junto a él para fijarse ¿qué demonios hacía para que su comida sea tan asquerosa? Se dio cuenta que seguía la receta de un libro viejo.
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Un Fantasma llamado Levi Ackerman
Fiksi Penggemar« ¿Que pasa cuándo se abrazan el amor y la muerte? ¿Se muere el amor? ¿O se enamora la muerte? Tal vez la muerte morirá enamorada y el amor amaría hasta la muerte » Quizá el como te conocí no fue la mejor de todas las historias de amor. Quizá nunca...