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Siempre había tenido una vida normal. Vivía en un barrio familiar, en una hermosa casa de dos plantas de fachada roja, tenia muchos amigos y unos padres que la amaban. Su Instituto era bueno, y ella era realmente buena en los estudios, claro… que para una chica “rarita” eso era lo normal. No era una de las populares como su mejor amiga Claudia, ni era guapa y delgada como ella, ella solo era la chica gordita inteligente a la que todos los profesores apreciaban. Y pese a tener amigos, una familia que la quería y unos buenos estudios, ella aun no conseguía lo que mas anhelaba. Jared.

Jared era el hermano mayor de Claudia, tenia 20 años e iba a la universidad. Era el hombre mas guapo que ella hubiese visto en su vida, con su metro noventa y cinco, sus ciento once kilos, Jared era un hombre grande e intimidante, pero su profunda y baja voz siempre le proporcionaba esa seguridad de que nada le ocurriría. Sus brillantes ojos y su corto cabello, eran negros como la tinta. Tenía unos rasgos cincelados, con su mandíbula cuadrada y sus altos pómulos, su nariz recta y sus labios desiguales, el inferior era más gordito en desproporción, luciendo como si el hombre tuviera un constante e infantil puchero en sus labios.

Ella, Violeta, no pudo evitar prendarse de el en un flechazo.

Lo que nunca creyó fue que el hombre que tan dulcemente la había tratado por todos los años que la conoció, la tratase tan mal hiriéndola en lo más hondo de su corazón. Violeta se odio por no ser capaz de ser suficiente para el amor del hermoso hombre, y ahora años después estaba allí, en la casa de su mejor amiga Claudia, bajo el techo del mismo hombre que años atrás casi la destruyo anulándola por completo.

Aun no comprendía como Claudia consiguió convencerla de ir. Hacia mucho tiempo que no pisaba la casa familiar de su amiga, donde tantos buenos recuerdos adornaban cada esquina del lugar. La casa estaba totalmente impregnada de recuerdos de su niñez, con fotos, objetos… e incluso alguna que otra mancha de sus mas locas fiestas de pijamas, aun decoraban la guardilla donde Melisa, la mama de Claudia, las hacia ir en sus fin de semana de pijama. Y tantos años después estaba allí, sentada en la gruesa alfombra del salón, viendo uno de sus programas favoritos con su mejor amiga.

Y aun se preguntaba donde estaba la razón por la cual ella estuviese allí.

Días antes.

Violeta animaba a uno de sus pacientes regulares para que siguiera ejercitándose. El hombre estaba en sus treinta, su musculo había sido seriamente dañado y después de la operación realizada por los médicos tubo que recibir rehabilitación.

--Violeta…--gruño entre dientes su paciente mirándola con ojos entre cerrados y su mandíbula fuertemente apretada. —Quema.

--Esta bien, descansa. —suspiro ella, cogiendo el herido brazo para palpar el musculo dañado. La piel estaba húmeda por el sudor del esfuerzo, y el musculo duro por la tensión del ejercicio. Ella apretó suavemente, destensando los músculos. —Lo has hecho muy bien, Jack. —lo felicito.

--Tú quieres matarme.

--¡Claro que no!—protesto ella sacándole la lengua. Jack se rio. —Gracias a que te presiono tu recuperación esta muy adelantada.

--Lo se, solo me quejo por que en unas semanas mas no podre venir a ver a mi guapa fisio.

Violeta se rio palmeando suavemente la ancha espalda del hombre al pasar por su lado para conseguirle una toalla y una botella de agua.

--Seguro que se lo dices a todas. —bromeo.

Jack era un hombre apuesto, con vivos ojos verdes y un gran y espectacular cuerpo. Su aura misteriosa y poderosa equivalía al por que podía trabajar perfectamente como el guardaespaldas que era.

Amando a Jared ( ¡¡YA A LA VENTA!!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora