Dejé de leer para mirar al pelirojo sentado a mi lado.
Tenía las mejillas algo sonrosadas y una sonrisa nerviosa en los labios.
— Dime, Leopold-san — le sonreí levemente
Al escucharme, frunció un poco el ceño, sabía que no le gustaba que usara honorificos en él, pero debía hacerlo, provenía de una familia de clase alta, mi madre trabajaba como cocinera para su familia, y no quería que la despiesen por un descuido mío.
— Hoy son los fuegos artificiales, ¿te-te apetece ir conmigo? — sus mejillas se volvieron aún mas rojas
Que cosita mas linda.
— Leopold-san, me encantaría ir pero...
— nadie se dará cuenta, se un lugar donde nadie va, y podremos estar solos
Sabía que Lepold sentía cosas muy fuertes por mi, y yo también, no pude evitar enamorarme de él ¿y como no? Era alguien tan lindo, bueno, valiente y siempre me cuidaba de todo, no quería separarme de su lado.
— Está bien — solo con esa respuesta sus ojos brillaron de felicidad, y no pude resistir la tentación y lo besé
El beso fue corto, solo tardó unos segundos, nadie podía vernos, pero aunque fuera por un corto periodo de tiempo, fue muy agradable.
Cuando me separé le miré a los ojos, y pude notar que en algún lugar de aquella inocencia que mostraba, un pequeño destello y brillo, producto de la lujuria que sentía se hacia presente.
Leopold colocó su mano en la pequeña cintura de su amada y la apretó levemente.
— Emy... — su voz sonaba algo mas grave
No pude evitar sonrojarme.
Se había acercado tanto a mi que podía sentir su aliento en mi cuello.
