┊𝐁𝐞𝐭𝐭𝐞𝐫 𝐓𝐡𝐚𝐧 𝐎𝐧𝐞 ᵗᵒᵒᵗʰᶜᵘᵖ

ғɪᴠᴇ

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sóʟᴏ ᴛᴏᴍᴀ ᴍɪ ᴍᴀɴᴏ,
ɴᴏ ᴛᴇɴɢᴀs ᴍɪᴇᴅᴏ.
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𝙴𝚗 𝚕𝚊 𝚙𝚎𝚛𝚜𝚙𝚎𝚌𝚝𝚒𝚟𝚊 𝚍𝚎 𝚃𝚘𝚘𝚝𝚑𝚕𝚎𝚜

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Estremecimiento-tambaleo

El corazón del Night Fury se encontraba errático, ni que mencionar de su alma que erradiaba pavor.

Plaf-Plaf-Plaf

Escaló una de las columnas impulsandose hacia arriba con determinación, llegando una vez en la cima se estabilizó con ayuda de sus alas, angustiado dió paso en dar un rugido, llamando, suplicando...

Esperando que el chico le contestará.

Pero para ir comprendiendo o entender la situación, retrocedemos un poco de los últimos acontecimientos.

Cuando fue con el propósito de buscar el chico quien le salvó fue simplemente con la intención de devolver el favor, pues es un Dragón de honor, le llevo un obsequio aunque tenía el presentimiento que tal vez no sería de su agrado.
Descartando eso, se quedó a su cuidado, hipnotizado por la imagen que contemplaba aquella noche, algo palpitó en su interior sobre exaltandolo, solo así tomo la decisión de retirarse.

Una idea se instaló pero necesitaba comprobarlo y para ello requería al chico—lindo—jinete conciente de su entorno, lejos. Muy alejados de su nido ruidoso porque solo estorbaría.

Le dio una última mirada al joven antes de salir por la ventana tal sigiloso como entro.

Los otros sucesos fueron un poco extraños, y aunque se niegue a confirmarlo en alto, se encontraba huyendo—pues de repente una presencia mágica poderosa se hallaba Cazandolo, no importa donde se ocultaba/escondía, el Giganticus Maximus Acuaticus iba directo a él.

Decir que lo buscaba para intercambiar diálogos civilizadamente como cualquier Dragón era una total mentira pues sentía la notable amenaza provenir del contrario ante la aurora depredadora que desprendía, y lo peor de todo es que no podía confrontarlo pues sabía la conexión que tenía él y el adorable castaño, en pocas palabras lo tenía acorralado y el viejo reptil lo sabía.

En algunas ocasiones tuvo ligeras oportunidades de llamar la atención del chico, pero siempre hubo estorbos, cómo aquellos humanos que no dejaban de sofocarlo por un poco de ayuda, ya que eran tan inútiles como para poder hacerlo solos.

Las entrañas del necroso Dragón se contrajeron ante las confusas emociones que le albergaban, realmente era nuevo en esto y ante eso le abrumaba. Un chasquido se produjo al desvainar sus colmillos por la frustración que empezaba acumular.

¡Quería explotar algo!

Se congelo casi al instante en cuanto ese pensamiento cruzó su mente, agitó la cabeza en negación, así no debería comportase un Rey.

Esperaba la oportunidad perfecta—La cual aparentemente jamás llegaría—Se mantuvo al acecho, y entonces su estómago gruñó.

Corto aquel remolino de pensamientos que abarrotaba su mente, alzando la mirada contempló los enormes árboles donde los rayos de luz hacían acto de presencia iluminando el lugar.