Epílogo

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- ¿Empezamos o no? - preguntó Alba, viendo que su chica no se movía.

- Sí, es que... - suspiró y se pasó la mano por el pelo Natalia-. No sé si esto es buena idea, Albi.

La rubia se acercó hasta poder rodear su cuello con los brazos y le dio un pico tranquilizador, mientras le acariciaba el pelo a la altura de la nuca.

- ¿Qué es lo que te preocupa, a ver?

- ¿No es obvio? Me preocupa no estar a la altura. No he hecho algo así nunca - recalcó.

- Y yo tampoco. Esa es la gracia.

- Tú lo vas a hacer genial, bonita. ¿Tú te has visto la cara que tienes? ¿Y lo guapísima que estás? - le acarició la cara, enfatizando sus palabras.

- ¿Y tú has visto cómo me miras? Solo tienes que hacer lo mismo, pero a través del objetivo.

La rubia fue a por la cámara y se la colgó de cuello a la más alta, que la tomó entre sus manos, algo insegura.

- ¿De verdad que no me puedes ayudar tú con la iluminación, por lo menos? Vale que la gracia es el cambio de roles, pero yo la parte técnica...

- Nat, sé perfectamente cuánto te fijas siempre en la parte técnica y en todas las partes. Si vemos que no puedes sola, yo te ayudo. Pero inténtalo primero. Que la idea sea tuya. Déjate llevar y llévame a mí a ese baile. Fluyamos juntas.

Natalia asintió, poco convencida y la miró. La miró de arriba abajo, escudriñándola con lentitud, como si no se tuviera ya aprendido de memoria ese cuerpo divino y ese rostro de belleza extraordinaria. Alzó la cámara hasta tenerla a la altura de su cara y observó a través de ese rectángulo.

Alba la observaba con ojos enormes, curiosos, expectantes y confiados. La morena disparó por primera vez y el sonido del flash llenó la sala. Natalia revisó el resultado en la pantalla del dispositivo y no pudo esconder una mueca de decepción.

Ni todos los megapíxeles del mundo le harían justicia.

- ¿Te ayudo a montar el set? - la animó Alba, buscando interrumpir sus pensamientos, que intuía derrotistas.

- A ti las fotos desprevenidas y sin preparación ya te salen espectaculares.

- ¿Y quién dice que a ti no?

- Esto - le mostró la pantallita.

- ¿Tan fea me ves? - se llevó la mano al pecho, fingiendo estar ofendida.

- Albi, quiero hacerte las fotos que te mereces. Las mejores.

- Y las harás, créeme - afirmó con rotundidad.

- Anda, ayúdame a ajustar las luces - se resignó a por lo menos intentarlo, sabiendo que Alba no daría su brazo a torcer fácilmente.

Estaban en el estudio de siempre, pero con las tornas cambiadas. Porque Alba Reche siempre quería ir más allá. Y su última genialidad pasaba por ponerse ella delante de la cámara. El proyecto llevaba el nombre de Salir a la luz y a la rubia no le podía parecer más literal. Podría haberse hecho la sesión con cualquier reputado fotógrafo profesional, pero había elegido hacerlo en los ojos de quien mejor la miraba.

Su modelo favorita.

- ¿Ponemos música? - propuso Natalia, con la rubia ya sentada en el mismo taburete que había ocupado ella en su primera sesión juntas.

- Claro, pon lo que te apetezca - señaló con la cabeza su portátil y la morena se acercó a buscar la banda sonora más indicada.

- ¿Tienes alguna preferencia? Esto sería más fácil si me dijeras qué tipo de fotos quieres, o al menos un mood.

desnudArte | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora