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Alba llegó a la segunda sesión de A Oscuras con unas ojeras de medio kilómetro de largo y una tristeza latente, que Natalia percibió nada más verla.

- ¿Estás bien? – le preguntó.

- Sí, claro – mintió descaradamente-. Hoy… hoy vamos a jugar con las sombras, ¿vale? Va a ser un poco más técnico, pero siempre desde la honestidad.

Alba había optado por organizar una sesión más bien ligerita, pues sensible como estaba, le aterraba no tener muros alzados y enredarse en un shooting que la podía dejar muy expuesta.

Iba un poco en contra de sus principios como profesional, pero dados los últimos acontecimientos en su vida, creía que se merecía una pequeña tregua.

Y si no se la merecía, la necesitaba.

Estoy en la mierda y me siento una mierda de persona.

No quiero que vea mi peor versión: la vulnerable.

- Si es desde la honestidad, hoy deberíamos explorar los límites de la tristeza, ¿no? – propuso la modelo, tirando del mentón de la fotógrafa para observar mejor su expresión.

La morena no estaba nada acostumbrada a poder leer las emociones de la rubia, pero ese día era más que obvio que estaba triste, que tenía preocupaciones que no podía ocultar ni con maquillaje. Y sintió la necesidad de interesarse, de zambullirse en esas emociones.

No podía hacer como si nada y vestirse de profesionalidad para hacer fotos vacías. Y mucho menos en un proyecto que trataba sobre desnudarse.

- No me mires así. No quiero retratar tu compasión, ni tu pena por mí – gruñó la rubia, a la defensiva.

La modelo se acercó aun más, escaneó de nuevo su expresión y acabó perdiéndose en su mirada de gatito mojado, contraria a sus palabras tajantes.

- Ya, pero mi interés y mi preocupación resulta que, sorprendentemente, son genuinos. Y es de lo que va esto, si no me equivoco. No pienso impostar nada.

- Soy yo la que decide, esto es un proyecto muy estudiado, ¿sabes? No puedo empezar a cambiarlo todo solo porque…

- La regla número uno del juego es desnudarse, la honestidad, en eso quedamos – la cortó, invalidando su discurso.

- Natalia…

- Es obvio que estás mal y no pasa nada, los humanos a veces tenemos días malos, fotógrafa especialita – le acarició la mejilla con toda la sensibilidad y lentitud del mundo.

No sé lo que te pasa, pero no hace falta que te hagas la fuerte.

Y no sé lo que me pasa a mí, pero necesito ayudarte, por más borde que te pongas.

Alba hizo el ademán de separarse, de huir de ese contacto, pero finalmente se quedó quieta.

Desde que Mimi se fue de casa, había estado como alma en pena, lamentándose por lo mal que lo había hecho todo.

No por el fin de la relación, que ya no iba a ningún sitio, sino por el daño causado.

En esa soledad repentina, pensaba demasiado. Le sirvió para darse cuenta de todo lo que había cambiado su vida en un segundo.

Esa ruptura la había echado  bruscamente de la zona de confort, de la que huía en su vida profesional, siempre ávida de explorar límites; pero a la que se solía agarrar sin reparos en su vida privada.

Igual era cuestión de equilibrio.

Desde que tenía la mitad del armario vacío, se sentía más desnuda, sin el ancla que la figura de Mimi de alguna manera suponía para ella.

desnudArte | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora