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- Mari, no me entiendo ni yo. Te juro que estuve toda la sesión deseando comérmela a besos y cuando llegó el momento, me bloqueé totalmente - le explicaba Natalia a su amiga.

- Te ganó el miedo.

- Sí, pero no me lo explico. He estado en bucle con ese momento toda la semana. Es que empezó a besarme y me aparté. ¡Me aparté! - recalcó.

- ¿Te arrepientes?

- A veces, pienso que debería haberme dejado llevar. Sé que casi no la conozco, pero últimamente las cosas son diferentes entre nosotras. Y en este proyecto se supone que nos desnudábamos las dos, no tiene por qué ser una estrategia de las suyas. La verdad es que no creo que lo sea… Pero, otras veces, creo que hice bien apartándome, que no puedo exponerme a pasarlo mal. No sé - se pasó las manos por la cara.

- ¿Esto pasó antes o después de terminar la sesión?

- Antes.

- Igual por eso se te encendieron las alarmas.

- Pero no me hizo ninguna foto después.

- Entonces es que no te estaba utilizando, ni manipulando – dedujo la tatuadora.

- Supongo – se encendió un piti-. Ahora igual la que no va a querer saber nada va a ser ella. ¿Y si se piensa que se la quise devolver? ¿Que me quería vengar?

- Pues en realidad se lo merecería, si te digo la verdad. Un poco de su propia medicina.

- Sabes que yo no soy así, no le haría eso a nadie.

- ¿Cómo reaccionó con la cobra? ¿Se enfadó?

- No… Creo que fue… comprensiva. Me pidió perdón y yo también se lo pedí – se encogió de hombros-. La manera en que me miró… No sé, Mari, fue muy raro. Es como que ignoramos un poco ese momento y ya nos despedimos.

- Ay, Nat… - dejó María un besito en su sien, que no cambió su cara de preocupación.

- No sé si quiero huir o, en cambio, dejarme atrapar – confesó, tras un silencio reflexivo.

- Bueno, no te agobies. No tienes que decidirlo ahora mismo – trató de animarla-. ¿Habéis hablado estos días?

- No. No sé qué decirle. Y ella debe estar igual. O no, yo que sé. No sé en qué punto estamos. No sé en qué punto estoy - suspiró, hecha un lío.

Efectivamente, Alba estaba igual. En plena incertidumbre.

Se recreaba en las fotos que le había tomado y en ese contacto húmedo de sus labios que, aunque brevísimo, le revolucionó el cuerpo y los sentidos por completo.

No tenía ni idea de cómo actuar al respecto, ni sabía qué le estaría pasando por la cabeza a la modelo.

Dudaba si lo mejor era dejarlo pasar, iniciar una conversación, o si debía tratar de quedar con Natalia directamente para hablarlo cara a cara.

Después de darle mil vueltas, le pareció lo más fácil adelantar la próxima sesión de A Oscuras, con la excusa de problemas de agenda.

Sabela poco tardó en confirmarle el cambio y concretaron hora para la semana siguiente, en vez de un mes más tarde, como estaba previsto.

Cuando la representante le preguntó por el outfit u otras instrucciones, la fotógrafa simplemente le dijo que Natalia acudiera como más le apeteciese.

No quería condicionar absolutamente nada.

De hecho, en un cambio de planes, decidió que el tema de la sesión sería, precisamente, la incertidumbre. Y no pensaba llevar nada planeado.

desnudArte | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora