Capítulo 5. Beso en el Mirador

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Se encontraba joven, bello y rozagante… Mi vecino; Damián. Él, al igual que yo, estaba sorprendido, casi me ahogo con el trago al verlo. Sonrió y dijo:

—Ni en un millón de años pensaría encontrarte aquí. ¿Experimentando, o ya visitabas estos lugares?

—Tal vez en mi adolescencia vine a algunos. ¿Y tú?

—Los viernes después de clases vengo aquí, soy conocido en el “Clandestino”. ¿Verdad Louis?— Le preguntó al Bar tender.
El hombre me vió y dio una sonrisa amorosa.

—¿Viniste sólo?— Me preguntó Damián.

—Sí, pasaba por la zona y me llamó la atención este lugar y quise explorar.

—¿Te gustaría bailar?

—¿Bailar?— Me sonrojé. Me parecía raro verme bailando con otro chico, pero era un bar gay, todos bailaban con todos.

Él me mostró su mano para que yo la tomara y lo hice, lo tomé, y fuimos a bailar, no recuerdo muy bien la música, creo que era electrónica, es solo que al estar ahí bailando con él, era sentir al mundo detenerse. Damián, era más joven que yo, creo que no pasa de los veinticinco años y eso me traía loco.
Bailando me demostró que era jovial, muy alegre, no le vi ese toque misterioso que le veía cuando lo espiaba, me era difícil seguir el paso al bailar, pero él me tomaba de la cintura para arrastrarme a él, y yo me dejaba llevar.
De pronto, ya bailaba de lo más normal, me sentía libre, era como rejuvenecer, por un momento me olvidé de Luciana, de mis problemas, este chico me hacía sonreír. Entonces, sucedió lo que quería y lo que estuve evitando tácitamente, él llevó sus labios a los míos en un suave beso, aunque no sé por qué cojones le rechacé el beso y salí casi corriente, sólo le dije:
—Este no es el lugar.

¿Cómo que no era el lugar? Ese era precisamente el lugar. Todos los hombres se besaban con hombres y nadie decía nada, nadie juzgaba o señalaba. Me comporté como una quinceañera… Creo que es por el tiempo que llevo sin probar unos labios varoniles que reaccioné así. Me subí en el carro, lo que no había notado era que Damián me seguía y también subió en el carro.

—¿Qué escena es esta? ¿Es donde Cenicienta sube a la carroza con rumbo a la fiesta del príncipe, o dónde besa al príncipe y se va al mundo real?

—Creo que es donde se acaba la magia… Esto no está bien, Damián. Eres muy joven para mí.

—¿Y qué edad tienes, ochenta? Eres joven también, Alex, no exageres. No te envejezcas delante de mí— Se guardó silencio. Encendí el carro y comencé a manejar no sé a dónde. Damián preguntó:

—¿Qué edad tienes?

—Te respondo si me dices la tuya primero.

—Sería trampa, si te digo mi edad primero, y no encaja con tu prototipo, dirás una edad falsa.

—Te lo juro, no mentiré.

—Respóndeme Alexander— Me dijo.

—Bien… Tengo cuarenta— Me dio un poco de vergüenza.

—Fácil, yo tengo veinte.

—Eres muy joven, ¿lo sabía?

—¿Y qué importa la edad? Lo que importa es vivir, pero vivir de verdad, junto a las personas que amas. ¿A dónde vamos por cierto?

—No lo sé, no llevo un rumbo.

—Pues, planea algo, se acabará la carretera. Mira— me mostró una botella de vodka que se había traído del bar— es vodka seco, lo que tú bebías.

—Bien. Hay un lugar solitario cerca de aquí, es el Mirador del Puerto.

—Oh sí, he oído de ese lugar, dicen que es mágico, no he tenido el privilegio de visitarlo.

—Entonces, hoy lo tendrás.

Manejé hasta dicho lugar, que básicamente era un Mirador en la cima de la colina con vista al mar, cerca había un faro viejo. La carretera al lugar se encontraba rodeada de árboles frondosos.
Al llegar, se estaba hiendo un carro. Estaciono frente al protector, había un pequeño estacionamiento.
La mirada al mar era única, el cielo estaba despejado, y la luna se ocultaba en el lado izquierdo del mar. Damián se veía sorprendido.

—¡Que belleza! No sabía que había luna llena.

—En la ciudad son muchas cosas de la naturaleza que nos perdemos.

—¿Vienes mucho aquí?

Ya nos habíamos bajado del carro y nos encontrábamos recostados de la baranda viendo el horizonte.

—Un par de veces cuando era novio de Luciana; vine con ella.

—¿Es cierto que ella se fue y te dejó con tu hijo?

—Algo así, pero no quiero hablar de eso, si estoy aquí es porque estoy tratando de olvidarla.

—No, si estás aquí es gracias a mí, de lo contrario estarías en tu casa dándote golpes de pecho por no haber venido.

—Tienes razón, tienes un poder de convencimiento increíble— Tomé un trago de vodka seguido de él.

—¿Nos acercamos al faro?

—No es tan seguro, pero creo que sería bonito ir— dije.
Comenzamos a caminar a el lugar. Hacía una brisa cálida. Seguimos conversando mientras caminábamos.

—¿Por qué te cohíbes a un beso?— me preguntó.

—Mi tiempo de besar los labios de un hombre, pasaron.

—¿Pasaron por qué ya estás viejo?

—No, porque ya estoy casado y tengo un hijo.

—Si no la amas no deberías estar atado a ella, es como ser esclavo de algo que no te hace feliz.

Ya estábamos caminando por la arena muy cerca del faro.

—Viví grandes cosas con ella, las experiencias más bonitas de mi vida fueron con ella.

—Si ya no te ama, ¿no crees que ya es tiempo de cambiar? Te gustan los hombres y no lo admites por ella. Fíjate, hoy no estás con ella, pero estás conmigo, te ves feliz, yo lo estoy.

Llegamos al viejo faro. Con la linterna de mi celular iluminé su interior, no tenía una puerta, comenzamos a subir las viejas y oxidadas escaleras. Él se apoyó de mi brazo tal vez pensando que yo podría protegerlo en caso de que se cayera. Llegamos al piso final donde estaba el faro, totalmente apagado e inservible. Teníamos una panorámica bellísima, el viento ahí arriba era fuerte.

—¡Wow! Vaya viento. Debe ser hermoso que el fin de una persona termine así. Viendo este paisaje.

—Espero que no sea hoy, ni tú, ni yo—Reí.

Nos quedamos viendo el uno con el otro. Sus ojos verde oliva penetraban los míos. Su mirada inocente y profunda, me llevaban a un Edén de amor. Poco a poco dejamos de ver nuestros ojos y veíamos nuestros labios. Sentía como mi corazón se aceleraba seguido de mi respiración. Él lo notó, y pasó su debo por mi mejilla diciendo:

—Tienes una piel muy suave.

—Y tu tienes unos labios provocativos.

Era verdad, no mentía, sus labios delgados y rosados me atraían tanto que me fui acercando a él tímidamente, él también lo hacía, hasta que nos unimos en un suave y tibio beso, en esa noche inolvidable.

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Holaaaaa 👀. Espero estén bien lectores fantasmitas👻. Hoy otro capítulo de esta linda historia. Dejen sus ⭐ y sus comentarios. ¡Os quiero!

Esquizofrénico.(Completa. Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora