Capítulo 2. Con Jaime

16 7 0
                                    

Ya para la noche, había terminado de escribir los primeros diez capítulos de mi novela. Había buscado información sobre algunas editoriales. Entonces, llamé a Octavio, quería decirle que hablara con Luis Alberto, para ver si aún había puesto para mí en ese trabajo. Octavio se emocionó mucho y me dijo que sí, que aún estaba la vacante libre en el hotel.

Al siguiente día, me fui a trabajar. Luis Alberto estaba muy emocionado de tenerme como su empleado, él sabía que yo era un buen trabajador. Hablamos del pago y aceptó sin vacilar. Obviamente que mi primer día de trabajo me fue genial. Ya en la noche, cuando me dirigía a casa, recibí una llamada de Luciana que quería verme y hablar conmigo de algo importante. Me emocioné mucho y fui al lugar que ella pidió para vernos. Era un café en la avenida principal.

Al llegar la ví, seguía siendo hermosa. Noté que había llorado mucho, intenté darle un beso, ella lo rechazó colocando su mano en mi pecho. Nos sentamos.

—¿Cómo está Jaime?

—El niño está bien. Vine porque mañana me voy de viaje.

—¿Qué? ¿A dónde van?

—Ámsterdam. Un abogado amigo de mi papá me ha invitado a trabajar con él por un tiempo. Eso no quiere decir que te voy a mantener a ti.

—Hoy comencé a trabajar con Luis Alberto, no es necesario que salgas del país.

—Que lastima… He sufrido mucho a tu lado, sobretodo desde que se te metió esa maldita idea de escribir. No voy a rechazar una oportunidad de trabajo como esta por ti.

—¿Por qué estás a la defensiva?

—Porque me harté. Ya basta de pensar siempre en ti, ahora tengo que pensar en mí y en el futuro de nuestro hijo… Cuando digo que me voy a Ámsterdam a trabajar es eso, y me voy sola.

—¿Sola?

—Tu te quedas con Jaime, verás como haces— Se levantó de la silla. Yo la detuve tomando su brazo.

—¿Cómo haré con Jaime, estoy trabajando?

—No me importa. Arréglatelas solo, cómo yo lo he hecho durante estos 17 años de matrimonio. Así aprovechas la oportunidad de conocer mejor a tu hijo, algo que no haz hecho bien.

—Luciana, no puedes complicarme la vida de esta manera.

—¿Es tu hijo una complicación? Llegó la hora de que te pongas los pantalones Alexander Benítez. —Salió, yo la seguí.

Afuera, en el auto, se encontraba mi hijo con un pequeño morral. Ambos se despidieron, a ella se le notaba desprenderse de su hijo, en cambio Jaime no sentía ninguna emoción, le da igual quedarse con cualquiera. Creo que, lo habíamos dejado a un lado y eso lo volvió indiferente, él mismo creó un muro anti padres.

Luciana se fue sin despedirse de mí. Jaime me vió y dijo:

—Hace frío, podríamos irnos ya— Eso lo dijo porque yo me quedé inmóvil viendo alejarse a el auto de Luciana.

—Claro. Vamos a casa.

Nos fuimos caminando porque estábamos cerca de casa. Jaime llegó durmiendo, yo llegué con dolor de cabeza casi a que me diera una explosión cerebral. Llamé a Octavio, necesitaba contarle todo lo que me había pasado esa noche.

Mientras esperaba a que llegará mi amigo, me puse a ordenar la cocina que estaba terrible, no le pregunté a Jaime si ya había comido, aunque conociendo a los papás de Luciana estoy seguro que le dieron comida antes de salir. Abrí la nevera y vi un pastel de chocolate, medio kilo de pastel en mi nevera. Me quedé viéndolo un rato, el dolor de cabeza no me dejaba pensar. Alguien tuvo que dejarlo ahí pero ¿Quién? Me asomé a la puerta trasera pero no descubrí nada anormal, salí hasta el patio trasero, observé cada cosa y todo estaba en su lugar, volví adentro.

Al instante llegó Octavio. Lo hice pasar y nos sentamos en los sofá de la sala. Serví pastel para los dos. Él se sorprendió y retoricó:

—¿En serio, pastel?

—Sí, está delicioso.

—Cuéntame, ¿Por qué la urgencia? ¿No me digas que abandonaras el trabajo?

—No se trata de eso Octavio, en el trabajo está todo bien pero…

—Tu novela te lo impide.

—Hablé con Luciana hace unas horas, se va a trabajar a Ámsterdam mañana a primera hora.

—¡Qué bueno! Me alegro por ella. Si ella se va, ¿Cuál es el problema?

—Me dejó a Jaime.

—¿Qué? ¿Cómo harás con el trabajo? ¿Cómo cuidarás de él?

—Si me ayudas iré a trabajar sin ningún problema, sobretodo cuando me toquen los turnos en las noches.

—¿Qué está pasando por tu cabeza?

—Serás el tío niñero de Jaime.

—¡Estás loco! ¡Realmente estás loco! Yo también tengo una vida ¿Lo recuerdas?

—No seas tonto, trabajas desde casa, no sales a ningún lado, y creo que Luis Alberto no pondrá ninguna queja.

—Por Dios Alexander.

—Ayúdame por favor.

—Está bien. Te cobraré por esto.

Hablamos un rato más hasta que él se fue. Me acosté en mi cama después de ducharme, dormir de inmediato como un bebé.

Ese día siguiente cumplí y fui a trabajar más relajado sabiendo que mi amigo cuidaría de mi hijo.

Cuando salí del trabajo ese día, me dirigí directamente al banco, iba a pagar la mitad de la deuda, de esa manera no me quitarían nada de lo que me endeuda.

Llegué  a casa y me conseguí con Octavio y mi hijo, mi felicidad era obvia, abracé a Octavio y a mi hijo.

Acompañé a Octavio hasta la calle donde nos despedimos. Jaime y yo nos fuimos al supermercado. Entre Jaime y yo no hubieron muchas palabras a pesar de que él trataba de evitarme, yo trataba de hablarle.

Tuve que romper el hielo que nos estaba congelando en ese momento

—A ver Jaime, ¿Llevamos sardinas enlatadas?

—¿Sardinas?

—Sí, son ricas en Omega-3 y en tu etapa de crecimiento son indispensables —Dije metiendo cuatro latas en el carrito de compras.

—Pensé que el Omega-3 era para los viejos. Nunca comimos sardinas mientras estuvo mamá.

—Pero mamá no está. Hay que romper las reglas en el sentido justo.

—No sabía que romper las reglas era justo.

—Si esas reglas te oprimen o te cohíben de hacer lo que está bien, entonces lo justo sería romperlas o cambiarlas.

—No sabía que eras bueno en leyes.

—Nos conocemos muy poco Jaime.

Se hizo un silencio pero, luego seguimos hablando hasta llegar a la casa.
Ahí, guardamos las compras en sus respectivos lugares, preparamos unos sándwiches; comimos, nos fuimos a dormir.

En mi cuarto había algo raro. La cama no estaba arreglada como la había dejado, la ventana estaba abierta, me asomé afuera y todo se veía tranquilo, la cerré nuevamente, me duché, me coloqué la pijama, que no era nada que un short y una guarda camisa. Tomé el control del televisor que torpemente se me cayó debajo de la cama, mientras lo buscaba vi uno de mis bóxer, lo saqué y descubrí algo asqueroso… estaba lleno de semen, sí, fue asqueroso, era un semen reciente porque estaba húmedo aún, lancé el bóxer en la ropa sucia, tomé un pañito húmedo antibacterial y me limpié las manos, me senté en la cama a pensar un momento… Era raro muchas cosas. Desde hace tiempo se me están perdiendo los bóxer, ayer conseguí un pastel en la nevera y hoy esto. Ya me estoy asustando, si consigo qué es un tipo sádico asqueroso… ¡Lo mataré!

★★★★★★★★★★★

Segundo capítulo
¿Qué les va pareciendo la trama?👀

Esquizofrénico.(Completa. Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora