Capítulo 9. Sálvalo

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Los días comenzaron a pasar. Mi navidad con mi familia fue muy bonita. Jaime, estuvo con Gael, y Octavio, con Luis Alberto. Fue algo que jamás olvidaré. Para fin de año, Jaime se fue con Luciana a casa de sus abuelos, o sea mis ex suegros, Octavio y Luis Alberto se fueron con sus familiares y yo quedé sólo. El mes de enero traería mucho trabajo, el editorial estaba muy afanado con mi obra, y obvio que yo estaba muy feliz aunque Damián, no esté conmigo.
De tanto pensar diría que se fue con sus padres, tal vez lo perdonaron o lo obligaron a casarse con una mujer.

Esa noche de fin de año, yo me encontraba en la cocina terminando de preparar mi platillo navideño, tenía un pollo en el horno mientras servía pan. La puerta la tocaron, salí a ver y no había nadie, ví al piso y estaba una carta, la tomé y de inmediato comencé a buscar al que la dejó ahí pero, nadie había, la carta decía:

✉️“Ayúdalo. Te necesita. No lo dejes”✉️

No sabía a qué se refería. Y allí ví que las luces de la casa de Damián se encendieron. Corrí a mi casa, apagué el horno y salí corriendo a la casa de Damián, quería que viera mi desesperación. Toqué la puerta principal, escuché que alguien se acercaba. Era él, Damián, estaba ahí.

—¡Feliz Navidad!.

—¿Te vas por tanto tiempo llegas como si nada y dices “feliz navidad”?

—Pasa viejito amargado.

Entré, cerró la puerta. Me abrazó y me dio un beso tierno, era un beso de amor. Observé la casa y toda estaba llena de vida. El árbol de navidad estaba iluminado con sus decenas de luces de colores, habían regalos en su base, los pasa manos de las escaleras tenían guirnalda y flores rojas, la casa olía a galletas recién horneadas y vino añejo. Yo estaba paralizado.

—Espera… ¿Cómo es qué..?

Más loco me volví cuando ví por la ventana hacia el jardín, y habían unos Renos decorados con luces, unos enanos con la nariz iluminada con una bombilla roja, todo con luces, algo que no había visto cuando entré, ¿o sí estaban y por ir tan deprisa no presté atención?

—¿Te refieres a la decoración? Por eso me desaparecí, necesitaba buscar todo esto en la casa de mis padres para poder adornar mi casa, así deja de ser la más apagada de la calle.

—Entonces, tus padres viven en el polo norte y por eso tardaste tanto, semanas te fuiste. Y resulta que eres hijo de Santa Claus, y por eso colocaste todos los adornos por arte de magia, porque deja que te diga algo, todo los malditos días desde que te fuiste no dejaba de ver a esta casa haber si había un indicio de tu llegada, y todo estaba tan muerto como una casa embrujada, jamás ví un camión llegar con todo esto, un carro, un taxi o una bicicleta siquiera, nada, ni los Testigos de Jehová se acercaban a esta casa. Y ahora, de pronto todo es una casa hogareña… Y preparas galletas. ¿En qué momento, carajo?

Él se acercó a mí, puso sus manos en mis mejillas y dijo:

—Eres tan lindo cuando te molestas. Olvida todo eso que dices, lo que viste y lo que no, y disfrutemos esta noche. Solo tú y yo.

—No dejaré de hacer preguntas. Mira lo que dejaron en la puerta de mi casa hace unos segundos—Le mostré la nota —Pensé que se trataba de ti.

—¿Será el chico que viste aquella vez? Seguramente está enamorado de ti.

—No, eso me preocupa— Damián se aleja a la cocina a ver sus galletas y yo lo seguí, él decía:

—Después que me dijiste aquella vez acerca de él, yo busqué su dirección, vive muy cerca de aquí, en la calle Alberta, frente a la paradas de autobuses, podrías ir un día y enfrentarlo, puede que tenga mucho que decir.

—Lo dices con tanta seguridad que diría que sabes cuáles son sus intenciones.

—Una torta en tu nevera, “bienvenido a mi mundo” y ahora esto, creo que es suficiente para saber qué busca esa persona.

—Pues yo aún no deduzco lo que quiere.

—¿Dejaremos que esta última noche del año sea todo un caso investigativo, o la pasaremos como dos novios normales?

¿Novios? Somos novios según, Damián. Mi corazón latió como un desquiciado al escuchar eso. Lo abracé por la espalda mientras él colocaba las galletas en una bandeja. Le di un beso en el cuello.

—Eres tan diferente a todo lo que me rodea, te ves tan maduro y frágil al mismo tiempo. Tan misterioso, como si tus hombros llevaran una carga tan pesada que caes, pero te levantas aunque sea llorando de dolor. ¿Qué escondes niño? Porque siento que me asfixio, siento que cuando no estás mis pulmones dejan de funcionar y a mí cerebro le falta oxígeno. A mi edad, siento miedo, miedo a que te vayas o que todo esto sea una ilusión.

Él volteó a verme, limpió unas lágrimas que corrían por mis mejillas y dijo:

—Nadie me había amado tanto como lo haces tú. Eres mi primer amor, eres quien me sacará de este hoyo profundo donde me encuentro. Toda mi confianza está puesta en ti desde el primer día que te conocí. Mírame, soy un hombre de veinte años escondido en el cuerpo de un niño asustado. Por eso, sólo abrázame, bésame, ámame, piénsame, posee mi cuerpo como un espíritu que no quiere dejar a su destinatario. Hazme ver que no todo el mundo tiene mente tan retorcida y que existe alguien, una sola persona que me salvará, que seas tú esa persona que estará conmigo siempre.

Nos besamos en aquel llanto que casi era inentendible, un llanto frustrado y lleno de miedo.

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No sé ustedes pero amé este capítulo 😣

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Esquizofrénico.(Completa. Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora