╰┄───➤ °♡•.1.5| Clarividencia

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One-Shot
Temática: Romance/Misterio/AU
Pareja: Sanekana
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Era un pequeño pueblo junto a un río de pobre caudal en un rincón septentrional de la región. No había alrededor tanta espesura como para que no se viera el pueblo. Pero por otro lado tampoco había tanto pueblo como para que no se viera y sintiera dicha espesura.

El lugar estaba lleno de árboles y pasto seco con flores muertas ahora que había llegado el otoño. Los cúmulos de hojas caídas teñidas de tonos ocre formaban en el suelo un tapiz que hacían de ese lugar un hermoso panorama.

Todas las casas cerradas contra un viento frío. Pero de pronto el día se fue. De abajo de todos los árboles salió la noche y tendió las alas. Detrás de las puertas de todas las casas hubo un correteo de patitas ratoniles, gritos ahogados y parpadeos de luz.

Detrás de una de esas puertas, me encontraba yo, me detuve y escuché.

Afuera, el viento anidaba en los árboles, merodeaba por las aceras con pisadas invisibles de gatos invisibles. En ese momento me estremecí. Cualquiera podía saber que el viento de esa noche era un viento especial, y que en las sombras había algo  especial también. Todo parecía ser de suave terciopelo negro, o terciopelo anaranjado o dorado.

El humo salía jadeando desde miles de chimeneas como penachos de cortejos fúnebres. De las ventanas de las cocinas llegaban flotando dos aromas de calabazas: el de las calabazas huecas y el de los pasteles en el horno.

Los gritos detrás de las paredes impenetrables de las casas fueron más exasperados cuando sombras volaron junto a las ventanas.

La nota necrológica estaba en la pantalla de mi ordenador, en lugar del habitual logotipo de la agencia de viajes. Parecía como si alguien hubiera escaneado parte de una página de periódico y la hubiera configurado como papel tapiz en el escritorio del ordenador. Lo que estaba claro es que, hacía media hora, cuando salí a por una ensalada aquello no estaba allí. Si no, no me hubiera quedado tan alucinada, seguro que me habría llevado una impresión mucho mayor. Sanemi moriría, la confirmación que me faltaba llegó inesperadamente a mis manos.

Debajo de mi nombre había un párrafo en la esquela que describía un desafortunado incidente en el que estábamos involucrados Sanemi, yo misma, un tirador desconocido y una bala en la cabeza. El periódico tenía la fecha de mañana, pero los disparos estaban previstos para las 11:43 de esa misma noche en el parque del pueblo.

Eché un vistazo a mi reloj, las once menos veinte, me habían dado una hora. Aquello parecía muy generoso. Sabía lo que le iba a ocurrir a Sanemi antes de recibir la nota porque vi sus últimos segundos según, cuando estaba entrando en el baño. Como siempre, fui espectadora de excepción de una carnicería que me llegaba a todo color, en primer plano y con todo lujo de detalles, a consecuencia de lo cual casi me rompo el cuello de un resbalón.

Lo de cómo explicaba que una huérfana de veinte años conociera todo el engranaje que conformará nuestras futuras vidas es algo que nunca llegaré a saber, aunque estoy segura de que él no creía que fuese por ser una bruja, a la que se refería al hablar del tema. Sanemi no creía en lo sobrenatural, fuese cual fuese la forma que adoptase. Como no quería que me acabara encerrando en una habitación acolchada perdida en medio de la nada, no le mencioné ni mis visiones ni lo cerca que él mismo había llegado a estar de fantasmas y espíritus.

Siempre he sido una especie de imán para atraer a lo paranormal. Puede que sea una parte más de todo el tema de la clarividencia. Por eso no sé muy bien hasta dónde llega mi talento.

Color Club Violet: Kanae Kocho | Kimetsu no YaibaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora