El conjunto de vivencias colorean tu corazón hasta alcanzar una gama determinada, el cual, definirá todos tus pensamientos, sentimientos y preferencias. Para poder comprender el color, debemos entender de dónde proviene.
¿Qué es lo que reside en el...
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Alzó la vista a su rostro ensombrecido e irresistible un momento después, cuando él selló el eléctrico beso. Su cuerpo vibraba junto a él, caliente, masculino y perfecto. Kanae levantó un largo dedo y lo presionó rápidamente en los labios del chico antes de cogerlo de la mano. Sanemi la siguió sin preguntar, las suntuosas telas y la moqueta del ático silenciaban sus pasos apresurados.
Le había seguido al patíbulo después de la impresión de aquel beso. Sanemi abrió una pesada puerta en un pasillo que no conocía y tiró de ella hacia el interior de la habitación. Cuando la cerró, se sumieron en una oscuridad absoluta. De repente su cuerpo grande y duro le presionó la espalda contra la puerta.
—No te rindes nunca, ¿verdad? —comentó el peliblanco. Kanae exhaló, y el dejo de ira en su tono divertido le resultó electrizante en lugar de alarmante—. Lo único que te faltaba era abrirte de brazos a Rengoku —añadió Shinazugawa junto a su boca antes de morderle el labio inferior.
Un escalofrío de excitación recorrió el cuerpo de Kanae —. ¿Te has puesto celoso? ¿Caliente? —preguntó en voz baja, y tiró de sus labios. Su sabor era maravilloso.
—¿No era ese el objetivo? Quiero que sepas que voy a castigarte por provocarme de esa forma. Te lo has pasado bien cuando casi me has traicionado, ¿no?
—Eso no lo he hecho a propósito.
—Claro que no. Nunca lo haces.
—El desliz ha sido un error sin mala intención —dijo Kanae sin aliento, mientras se mordisqueaban la boca el uno al otro y su cuerpo parecía derretirse por el repentino calor.
—¿Ha sido un desliz la forma en que te contoneabas con Rengoku? Era como si os estuviese viendo a los dos practicar el sexo con la ropa puesta. Y hace un momento…
—¿Qué demonios crees que estabas haciendo en el pasillo? Tampoco era para tanto —le preguntó la chica con un matiz distinto en la voz.
—¡Sólo estaba buscándote!
—Sólo estabas pinchando a la serpiente dormida otra vez. Algunas cosas no cambian nunca —masculló, al tiempo que desplazaba las caderas para deslizar la erección de Sanemi contra su abdomen. Él percibió la diversión oscura en su tono.
Sanemi le rozó la barbilla con las puntas de los dedos, luego le acarició los labios, muy sensibles —. Ahora vas a tener que acarrear con las consecuencias verdad—afirmó, su voz era una amenaza suave y sensual.
Kanae sintió que el pulso le palpitaba en los oídos en medio de aquel silencio opresivo. Pese a que la habitación se hallaba completamente a oscuras, visualizó en la sonrisa de Shinazugawa el destello de un desafío.
El orgullo luchó contra el deseo, y venció el deseo. Kanae introdujo la mano entre sus cuerpos y palpó el contorno de su erección.
—Oh —. Sus testículos se notaban llenos, más llenos que los de cualquier hombre al que hubiera tocado nunca. Su miembro se deslizó hacia su muslo izquierdo. Ella le acarició a través de los pantalones y abrió mucho los ojos en la oscuridad. El gemido áspero y grave de Sanemi le produjo escalofríos de excitación en el bajo vientre y el sexo.
Le temblaron los dedos al desabrocharle los pantalones. Un momento después envolvió con su mano el grueso e hinchado miembro y gimió.
—Eso es —dijo Sanemi con un susurro ronco mientras Kanae le acariciaba el miembro caliente y duro, completamente fascinada —. Espero y sepas que esto no fue una escenita de celos, te amo lo suficiente para confiar en ti. Sabes lo distraído que puedo llegar a ser, si quisieras traicionar mi confianza ya lo hubieras hecho
Kanae se sintió abrumada por un crudo deseo. Ninguna palabra salió de su boca cuando Sanemi lo guió hacia abajo. Solamente percibían el sentimiento de amor mutuo que se tejía entre sus cuerpos.
