Prólogo

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Todos aplaudían, había comenzado el curso y eso significaba otro año de ser el increíble Noah. Me levanté subiendo las escaleritas y acercándome al micro donde todos los alumnos me miraban.

-Como en cuarto año consecutivo vuelvo a ser el presidente del consejo estudiantil. Este año como muchos otros manifestaré los acuerdos y desacuerdos de los alumnos para mejorar el instituto. Gracias.- Dije bajando las escaleras mientras una oleada de aplausos sumada a la de los profesores se juntaban para como siempre "comerme el culo".

-¿Desde cuando ser el presidente del consejo estudiantil mola?- Preguntó sonriente Will una vez estaba cerca de él.- Pero haga lo que haga Noah Holland cualquier cosa es guay.- Añadió acompañado de una mano sobre mi hombro.

Will es mi mejor amigo, y como mi hermano pequeño. Desde los diez años en el que nos conocimos y creamos nuestra pandilla llamada "Los popus". Un reducido y selectivo grupo que al principio empezó como una broma pero que se extendió hasta a día de hoy.
Ahora forman gran parte del club de fútbol americano.

Caminamos por el pasillo, volviendo todos a la normalidad. Habían algunas miradas de los novatos de primero, y otro nuevos alumnos que parecían haber ingresado este año, pero sin duda nosotros pasábamos por el centro del pasillo y todos nos miraban casi embobados. Nos detuvimos delante de Serena mientras el resto de grupo proseguía haciendo bromas, y juegos entre ellos. Ella estaba sentada sobre la la mesa que había allí con decoración del club de animadoras. Seguramente se trataba de una captación para nuevos miembros como el resto de clubs que formaban el instituto.

-¡Noah!- Saludó animada mientras seguía sentada.- Hermano...- Observó a mi mejor amigo en voz desanimada.

-¿Qué saludos son esos para tu hermano mayor?- La cogió en brazos y giró sobre su propio eje mientras la joven soltaba chillidos y se aferraba a él con miedo.

-¡Sueltame idiota!- Dijo bajando y observandonos con la cabeza alta.

Serena era la jefa del club de animadoras, hermana de Will con lo cual mi hermana también. A simple vista era una chica muy bajita, no debería medir más de un metro y medio, casi siempre iba vestida con el uniforme de club de animadoras o algo que la identificara con ello. Seguramente para dejar claro a los nuevos que ella era la que mandaba. Llevaba el pelo atado por una alta y larga coleta castaña y sus ojos siempre iban delineados con una raya negra que combinaba con sus ojos color café.

-Las estúpidas de este año hacen que perdamos el tiempo...Son todas horribles y desde luego son súper gordas.- Se cruzó de brazos levantando una ceja.

Bajo esa apariencia de niña buena, pequeña e inocente se escondía un fuerte carácter, bastante irritante, pero por una extraña razón que Noah quería esquivar Serena siempre había sido una persona dulce y amable con él. Como buen "hermano" se ocupaba que los idiotas que se acercaban a ella no le rompieran el corazón.

-¿Vas a apuntarte por fin al equipo de fútbol? Es un desperdicio que pierdan tu talento.- Me sonrió.

-No tengo intención este año tampoco. Ser el presidente me ocupa demasiado tiempo.- Mentí.

-Déjalo.- Dijo entre risas Will cogiendome del hombro e intentando llevarme a clase.

Serena soltó un soplo ligero, sonrió forzosamente y se despidió levantando la mano.

-Nos vemos en casa.

Avanzamos hasta la clase donde nos sentamos en los asientos de en medio que estaban disponibles para nosotros. Era una ubicación perfecta. Me senté. Ni muy lejos ni muy cerca, perfecta para hacer el famoso cambiazo, que ya os explicaré en otro momento.

Volvamos al momento que me senté en mi asiento, cerca de Will, quien había tenido la maravillosa suerte de cursar con el estos años de instituto. Era un año perfecto en el que nos habían organizado con algunos miembros de los "popus" algunos frikis para reírnos, las chicas que nos hacían la pelota y como me gustaba a mi ningún imprevisto. Además de que me había asegurado leer la lista de alumnos de la clase A para tenerlo todo en orden.

-Buenos días chicos.- Entró por la puerta el señor Smith.

Capullo integral.

Era un capullo porque normalmente siempre ponía exámenes sorpresas, tenía la mirada puesta sobre las chicas de clase en un intento estúpido de ligar, y claramente en su pasado parecía un frikki que en el instituto odiaba a los matones, como consecuencia odiaba a los "popus".
Físicamente no ganaba mucho, siempre llevaba la misma ropa durante toda la semana, era calvo, bajito y con dientes torcidos.
Pero yo le caía bien.

-Este año seré vuestro tutor. ¿Me explico señor Hunter?- Bajó las gafas para mirar a mi mejor amigo Will.

Este sonrió falsamente.

-Cristalino señor Smith.

El hombre comenzó a pasar lista, nombre por nombre, mientras pasaba un boli por la oreja como si intentara excavar cera del oído.

-Parece que estamos todos.- Dijo dejando la lista sobre la mesa.

El sonido de toc toc sonó en la puerta ligeramente.

-¡Pasa!- Dijo.

La puerta se abrió y entró una chica. Tenía el pelo cobrizo largo, a la altura de los codos, sus ojos eran grandes y ligeramente rasgados de color marrón oscuro como el café amargo. Todos la observaron mientras un escalofrío recorrio mi cuerpo.

-¿Holá?- Preguntó Smith prosiguiendo con su excavación.

-Buenas... Esta es la clase B ¿no?

¿Es que no sabe leer?- Pensé, pero lógicamente no lo dije.

-Si señorita. ¿En qué puedo ayudarla?

Por favor que no sea nueva, por favor que no sea nueva...

Rezaba dentro de mi.

-Soy nueva.

-¡Mierda!- Grité.

Todos me miraron mientras sonreí incomodo y volví a sentarme.

-Bien jovencita, veamos en la lista, quizás tenga algo apuntado...- La revisó meticulosamente.- ¡Sí! Aquí estás... Eres la Señorita Bam...- Dejó de hablar y soltó una corta mueca.

- Es Bambi Sunny.- Dijo algo molesta.

Toda la clase se mantuvo callada unos segundos asimilando aquello, hasta que a estallaron de risa de su ridículo nombre. Excepto yo, que estaba demasiado ocupado recordandola en las rejas del colegio infantil acosandome como una enferma mental.

¿Quién cojones llamaba a su hija Bambi Soleado?

-Sí claro...- Se aclaró la garganta el señor Smith para disimular la risa.- Puedes sentarte a donde quieras.

Ella se dirigía a una mesa cerca de ventana del fondo, para hacerlo pasó delante del pasillo central donde inevitablemente tenía que verme.
Su mirada se cruzó con la mía un momento mientras me dedicó una breve sonrisa pasajera.

¿Qué ha sido eso? ¿Me ha mirado?
¡Me ha fichado!
Maldita loca, enferma, psicópata....

La odio.

Odiando el SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora