Capítulo J

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Año 94 de la edad moderna.

Viernes por la noche, 7:00pm. La clínica "La Libertad" se encontraba trabajando de forma espléndida brindando apoyo a las personas que más necesitaran ayuda. Este prestigioso establecimiento es conocido por su equipo médico de última generación junto con expertos trabajando día y noche para brindar la mejor atención; era un lugar envidiable para cualquier otro centro médico.

- Hola querido ¿Cómo te sientes? - Preguntó sonriente Claudia a un costado de la camilla tomando el muslo de Matías.

Matías no sabía que estaba pasando y la información que le arrojó sus ojos fue demasiada para el tiempo tan corto en que se encontraba consciente. La presencia de la policía conjunto a su Patrona y la mirada de desesperación que se apreciaba en los ojos de Emily era una pintura difícil de interpretar. Cerró los ojos un segundo para relajar su mente y tratar de formular las palabras que debía decir; sin embargo, el dolor que sentía donde hace unos días había entrado una bala, no dejó que se relajara tanto como deseaba.

- Buenas noches, señor Matías. Se encuentra en la clínica La Libertad desde hace uno días. Soy el Oficial García, vengo a hacerle unas preguntas con respecto a lo acontecido hace tres días a lo que lo llevó a recibir una herida de bala a altas horas de la noche - Expresó con ímpetu el oficial observando a Matías a los ojos, el otro policía solo se encontraba sentado tomando nota de lo que sucedía dentro de la habitación, probablemente era su primera vez en un "interrogatorio".

Observando al oficial, Matías recordó como llegó allí, ya entendía que estaba pasando. Era complicado decirle a la policía que había recibido un disparo de parte de un guardaespaldas de uno de los empresarios más importantes de la nación con pensamientos Ypodeixiphobicos. No tiene ningún sentido el despreciar a alguien por el lugar donde se halla su distintivo, sin embargo esa forma de ver a la gente era muy común en el señor Toledo.

Matías se mantenía en silencio observando a su alrededor y tratando de encontrar palabras en el techo blanco de la habitación o en el ritmo de sus pulsaciones, pero nada lo auxiliaba.

- Oficial no considero muy adecuado el que le trate de esa manera teniendo en cuenta que acaba de despertar - Dijo Claudia viendo a los oficiales con una preocupación digna de un Oscar.

- Lo siento señora, pero necesito la información lo antes posible. De lo contrario, puede ser corrompida por otras personas o la misma memoria - Explicó el Oficial observando a Claudia a los ojos, aunque no perdía oportunidad en observarle su escote.

- ¿Enserio? Y ¿Qué es lo que hace la memoria para contaminar un recuerdo? Dudo que el pobre de Matías olvide algo de lo que le pasó - Expresó con inocencia mientras veía al oficial y acariciaba el muslo de Matías.

Emily no sabía si sentirse feliz de que al oficial le ganara sus deseos carnales antes que su carácter profesional o sentirse impotente al saber que otra de las acciones de su familia no tendría consecuencias. Ella veía a Matías y el parecía sentirse igual que ella. Observó como más de una vez que él iba a abrir la boca para decir algo, sutilmente su madre apretaba con fuerza su muslo para que el dolor le avisara que no debía hablar. Esta espera por el Doctor se hacía eterna.

Ya Claudia había controlado la situación, el Oficial estaba más concentrado explicándole las cosas heróicas que ha hecho, que cumplir con su trabajo en primer lugar. Su acompañante era inocente de lo que pasaba y creía que lo que estaba haciendo su superior era parte del trabajo, iluso. Matías había entendido bien que debía permanecer en silencio y Emily solo pudo presenciar todo, su madre no la estaba tocando para provocar la amenaza que tenía en contra de Matías, sin embargo, sabía bien lo que le pasaría si llegaba a decir algo fuera de lugar.

La séptima leyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora