Capítulo M

14 4 0
                                    

~~~~~~~

La fotografía en multimedia es la primera portada del libro, realizada por la artista Natasha Lugo Mosquera.
No hay palabras suficientes de agradecimiento por ese apoyo y, aunque no sea más la portada oficial, nunca dejaré en el olvido aquel maravilloso aporte a mi libro, muchísimas gracias.

~~~~~~~

Año 97 de la edad moderna.

Miércoles por la madrugada, 1:00am. La obscuridad que arropaba el firmamento enriquecía la belleza de las estrellas que se observaba resplandecer en aquel día que se sentía como una noche. En sí mismo la belleza y dulzura que se sentía en el aire era única, capaz de crear una melodía perfecta con el silencio absoluto.

Un edificio abandonado en el centro de la ciudad de Tazzo se encontraba con varias luces tenues en su interior, en los primeros pisos, se podía apreciar aquella luz y muchas personas podían entender que se trataba de algún grupo de desahuciados o personas sin techo en el cual querían refugiarse de aquella madrugada tan sublime. A pesar de que, de vez en cuando se podían apreciar algunas sombras que evidenciaban la presencia humana en aquel recinto, el hecho de que aún así la noche siguiera con un silencio tan absoluto podría tratar de reflejarse en un comportamiento humano que no quisiera arruinar la belleza de la quietud.

En contra de cualquier pronóstico, todos los sonidos y ruidos que deseaban hacer esas personas no la siguen en la superficie sino en el sótano que traía aquella edificación; era bastante amplio, incluso se podría decir que tenían más de un sótano. Allí se encontraba una gran multitud de personas haciendo diferentes labores, parecía una oficina muy ajetreada; se podría pensar que era un área de trabajo, de no ser por la hora que era y la apariencia que tenía aquella sede.

En sus paredes no existía un único color, parecía una lluvia de matices y combinaciones que hacían las paredes como un campo de guerra donde las balas eran de pintura. También estaba dividido por diferentes habitaciones y estaba todo excelentemente iluminado. Las personas que se encontraban allí no tenían uniformes, sin embargo cada una tenía particularmente una especie de logotipo en diferentes partes de su ropa; incluso se podía ver algunos llevándolos como accesorios.

Emily despertó desconcertada en una habitación con paredes coloridas, por un momento pensó que se había muerto y había reencarnado en la vida de una señora en un manicomio. Su cuerpo yacía en una pequeña cama y las cuatro paredes que la rodeaban no le brindaban un área específicamente espaciosa. Solo llegó a sentarse cuando la puerta de la habitación empezó a abrirse entró un chico con una tabla de apoyo, que contenía unas cuantas hojas en el, en una de sus manos y, tras pasar, cerró la puerta de nuevo de la habitación.

Dió unos cortos pasos sin brindar unas sola palabra, solo se podía observar en él una cálida sonrisa. Emily no entendía quien era y, aunque se sentía un poco mareada, estaba preparándose para hacer algo para salir de allí.

Se sentó en el borde de la cama y colocó su tabla de apoyo apoyada en sus muslos, parecía que había hecho un pequeño caballete para pintar. De sus bolsillos sacó un marcador negro punta pincel y de su boca se escucharon las primeras palabras - Me llamo Denis, es un placer el conocerte -.

Empezó a hacer varios trazos en el papel y de vez en cuando veía a Emily a los ojos - Me disculpo de antemano por la forma tan poco práctica de mis compañeros en traerte aquí. Ellos lo consideraron una forma algo abrupta, pero funcional, de que estuvieras de acuerdo con estar aquí; aunque, por supuesto, no te preguntaron si deseabas venir - Expresó Denis de una forma serena, incluso se sentía su voz como noble.

La séptima leyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora