Eda Yildiz:
La sensación me era conocida; pitido en los oídos, dolor de cabeza, cansancio… había vuelto a desmayarme debido al estrés de una situación. Una situación que parecía un sueño, tenía que ser un sueño, y no quería volver a abrir los ojos para volver a la realidad.
Las puntas de unos dedos rozaban mi cara con extrema delicadeza, como si no quisieran despertarme, como si quisiera memorizarme. Una caricia que recorría mi frente, mis cejas, mis mejillas… y mis labios. Pude sentir como el pulgar de esa persona acariciaba mi labio inferior, y tuve que contener un pequeño gemido ante el movimiento. Reconocía esos dedos, sabía que eran de él, de Serkan.
- Eda hanim, despierte, por favor- su voz envolvió todos mis sentidos, era él, y estaba ahí-
En el momento que abrí los ojos me encontré con su cara, con sus mirada llena de preocupación, con esa ligera sonrisa que reflejaba la relajación de que yo estuviese bien. Era Serkan, había vuelvo, había cumplido su promesa de regresar a mí.
Mi cuerpo reaccionó antes que mi cerebro y me lancé a su cuello, rodeándolo con mis brazos e intentando mantener mi cuerpo lo más próximo al suyo. Había echado de menos su olor, su calor, la forma en la que mi cuerpo encajaba con el suyo a la perfección, la manera en la que… en la que… algo iba mal.
Separé mi cuerpo del suyo y me recliné un poco más en el sillón, aún mareada por todas las sensaciones que estaba sintiendo.No me ha devuelto el abrazo.
No me ha atraído hacía su cuerpo, ni ha besado mi cabello mientras susurraba palabras que lograsen calmarme, no ha hecho otra cosa que no sea mirarme con ojos sorprendidos, como si el sueño fuese yo, como si fuese la primera vez que me veía.
- ¿Quién eres?- la pregunta salió de sus labios y rompió mi corazón en mil pedazos-
Serkan Bolat:
Desde el momento en que empecé a hablar ella no ha parado de moverse por toda la oficina con desespero, sin decir una palabra, juntando sus manos y separándolas. Casi podía ver los engranajes de su cabeza funcionar a toda velocidad, intentando encontrar la lógica en todas mis palabras… tenía ganas de decirle que no lo hiciese, que nada de lo que ocurría la tenía, pero al fin y al cabo era una extraña para mí, no podía decirle nada de eso porque no sabría como reaccionaría ante mi aceptación a olvidar todo sobre mí.
- ¿Qué dijeron los médicos?- susurró, aún sin enfocar la vista en mí-
- Dijeron que podía ser temporal… o permanente. No se sabe, es algo más difícil de concretar si el individuo pierde su propia identidad – en ese momento pude sentir como sus ojos se clavaban en mí, y esta vez era yo quien no me atrevía a mirar. Estaba a punto de contar por primera vez mi situación- Sé quién soy… y no. Quiero decir, puedo recordar hacer un edificio, dibujar unos planos, pero no soy capaz de saber como llegué a ese punto, y si no fuera por lo que me dijeron los médicos probablemente no sabría que soy arquitecto, o que mi nombre es Serkan. Con el paso del tiempo ha habido pequeños destellos sobre mí, sobre mis gustos, los he ido conociendo a medida que avanzaban los días, pero todo sigue siendo muy confuso.
- ¿Y sobre las personas? ¿No recuerdas nada? A tu madre, Engin… a mí- lo último escapó en un susurro, y no me atreví a hablar, simplemente negué con la cabeza-No era el momento para decirle que a ella si la recordaba, al menos ahora sabía que lo hacía, que la había visto noche tras noche, que había sido mi salvavidas en los días en los que todo carecía de sentido… pero no podía decir eso sin darle esperanzas. Ni siquiera entendía quién era, de qué forma estaba en mi vida, no podía contarle nada de eso.
- ¿Serkan?- una voz retumbó en la oficina cuando la puerta se abrió-
Una mujer cercana a la mediana edad se llevó las manos a la cara, con los ojos empañados en lágrimas, y corrió hacía mis brazos. Por impulso la rodeé, consolándola, sintiendo su abrazo como un lugar familiar.