SEIS

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Serkan:

No me puedo creer que haya accedido a esto. No sé muchas cosas sobre mí, puede que bastante más que hace una semana, pero la única certeza que tengo desde el momento en el que abrí los ojos en ese hospital es que odio el frío.

Mi piel se irrita, mi ojos empiezan a picar, mi cuerpo se congela en cuestión de segundos... ¿qué clase de persona prefiere el invierno al verano? ¡Oh, sí! Eda es esa clase de persona.

Una semana ha pasado desde su insistencia en que volviese a retomar mis labores en Art Life, y ahora que pasaba horas y horas en esa oficina avanzando con diferentes proyectos se le mete entre ceja y ceja que tengo que salir más, que nos estamos estancados en nuestro paseo por la memoria.

- ¿Y no podía ser un sitio más cálido? Seguro que hemos hecho muchas cosas en interiores, no había necesidad de tener que pasar tanto frío... -sentí el frío calar mis huesos-
- Serkan, no se pueden observar las estrellas desde el interior de ningún sitio, así que deja de quejarte- avanzaba dando pequeños saltos mientras yo llevaba todo el material pesado como el telescopio-

La última vez que había estado cerca de él mi cerebro había reaccionado de manera exagerada, al parecer ahora tenía un poco más de control sobre mis emociones y pensamientos. Quizás ella tenía razón y esto sí que iba a ayudarnos a que siguiese teniendo recuerdos.

- Aquí, este lugar es perfecto- se detuvo en medio de la colina y estiró sobre el suelo aquella manta que había llevado consigo desde que la recogí en nuestro apartamento- Te va a encantar, es que va a ser tu primera lluvia de estrellas, me das tanta envidia
- Envidia no sería la mejor palabra a utilizar- dudaba que quisiese encontrarse en mi situación, ni ella ni nadie-
- Vamos Serkan, hay que verle el lado positivo a todo en esta vida- por la forma en la que lo decía incluso parecía creerlo, y lo contagiaba-

Coloqué el telescopio frente a nosotros y después me senté a su lado, rodeando mis rodillas con las manos y escuchando como no había otro ruido que el de los grillos. Sinceramente, estaba incómodo con la situación, era de las pocas veces que pasaba un tiempo a solas con Eda, y con tiempo a solas me refiero a una cita. Podría haberme dicho a mí mismos que no, pero lo era. Nosotros dos, de noche, observando las estrellas...

- ¿Azul o rojo?- las manos de Eda sujetaron dos tazas, y mi corazón recibió un pinchazo, como si aquella ya lo hubiésemos vivido antes-
- Creo que a ti te gustaría mucho más el azul- Eda sonrió con los ojos, no sé qué había hecho, pero la ponía feliz y eso me llenaba el pecho de algo que no sabía describir-
- Entonces esta para ti- fruncí el ceño cuando comenzó a verter chocolate caliente en mi taza-
- No, no, no pienso tomarme eso- no era para nada saludable, y ya bastantes problemas de salud estaba teniendo como para arriesgarme a eso- Es peligroso tomarlo.
- No es peligroso tomar chocolate caliente y lo vas a tomar o de lo contrario vas a tener que enfrentarte a mi furia, y ninguno de los dos queremos eso esta noche- colocó la taza delante de mí y la sujeté a regañadientes. Siempre conseguía salirse con la suya-

Eda:

La noche era tranquila, por suerte el pronóstico del tiempo no se había cumplido y el cielo estaba completamente despejado, perfecto para poder contemplarlo.

Serkan guardaba las tazas después de dar el último sorbo al chocolate, siempre tenía la costumbre de negarse a probar todo lo que le ofrecía pero era fácil hacer que cediese. El nuevo Serkan tampoco era capaz de decirme que no.

Tumbé mi espalda sobre la manta y estiré las piernas, cerrando los ojos y dejando que la sonrisa cubriese mi cara. Me sentía eufórica, extasiada, feliz. Por primera vez en mucho tiempo empezaba a sentir que todo volvía a colocarse en su sitio.

SLOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora