CINCO

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Eda:

- Jamás en toda mi vida creí que iba a decir estas palabras pero… tienes que volver a ser el mismo adicto al trabajo que siempre has sido.

Serkan me miraba con los ojos entrecerrados. En realidad llevaba mirándome así desde que lo había obligado a sentarse delante de aquella gran mesa de oficina y colocado unos planos frente a él.
Nada ha funcionado, no hay forma de que consiga interesarse por el proyecto.

- Eda, no veo de que forma ponerme a trabajar va a ayudar a que recupere la memoria- la situación parecía divertirle, pero a mí estaba sacándome de quicio, tendría que actuar como la accionista que era-
- Vale, tú lo has querido.

Planté ante él un montón de papeles en blanco y le acerqué las herramientas necesarios para que pudiese rellenarlos. No tendría piedad, lo trataría con la misma dureza que él había utilizado conmigo y con el resto de empleados cuando se trataba de trabajo.

- Necesitamos entregar el plano de la terraza de ese hotel mañana, debe realizarse a mano y da la casualidad de que tengo al mejor arquitecto de Turquía frente a mis ojos- mi voz era autoritaria- No te diría nada si supiese que no puedes hacerlo, pero tú mismo me lo dijiste, sabes como realizar unos planos, sabes todo lo que necesitas saber sobre esto… hazlo.

Casi de inmediato y ante la firmeza de mi voz, comenzó a dibujar sobre el papel. Sonreí satisfecha mientras me sumergía en el trabajo. La primera vez que se acercó a mí sentí cierta satisfacción al romper su dibujo, tal y como él había hecho conmigo la primera vez que dibujé para él. Así sucesivamente hasta que comenzó el quinto de los planos.
Observé con descaro como se concentraba lo suficiente para trazar algunas líneas, era la primera vez que podía mirarlo tan fijamente sin parecer una loca.

La verdad es que Serkan Bolat se volvía más sexy a medida que pasaban los días. Había vuelto con un buen corte del pelo y una barba ya opulenta. Le sentaba bien, lo hacía parecer más rudo, más serio… en otras palabras, estaba tremendamente bueno.

Su lengua mojó sus labios como hacía siempre que se concentraba mucho en su trabajo, y tuve que soportar no gemir en voz alta al recordar lo que era capaz de hacer con ella. He pasado dos meses sin Serkan, podía soportar un poco más por imposible que pareciese.

- Creo que este es el bueno- alzó la mirada con una sonrisa orgullosa en los labios. Sus cejas se arquearon al darse cuenta de que estaba mirándolo embelesada- ¿Ves algo que te guste, Eda?
- ¿Te miento y te digo que no?- no era normal verlo sonrojarse, pero mis palabras parecieron tener algún efecto en él- A ver, déjame ver lo que tienes hecho…

Me levanté de la silla y fui hacía su lugar de trabajo, observando por encima de él que era lo que había hecho. Se notaba el tiempo que ha pasado sin dibujar, pero aún así sus dibujos seguían siendo pulcros, detallados y sumamente maravillosos.

- Están muy bien, pero hay algunas cosas que hay corregir, hazme sitio.

Serkan:

El café de la oficina era espantoso, ¿quién se encargaba de hacer el pedido? Supongo que siendo uno de los jefes podría cambiar eso, quizás fuese mi primera gran orden en la empresa, comprar otro café.
Tuve que reír ante la inmadurez de mis pensamientos, todo el mundo preocupado por la entrega de proyectos, por números, por dinero… y yo por el hecho de que ese café era imposible de beber.

- ¿Qué haces bebiendo de eso? – la voz de Engin hizo que me girase- Normalmente llamas a Leyla para que te lo haga, ella sabe cuál es el que te gusta y lo prepara especialmente para ti… odias el que tienes entre las manos.
- Vaya, eso tiene sentido porque es lo que llevo pensando desde que di el primer sorbo- dejé la taza sobre la barra y me giré para mirar a mi amigo- Entonces… ¿vas a ser padre?
- Sí- la sonrisa de Engin fue tan amplia que no pude evitar sentirme lleno de felicidad por él- Aún no me creo que yo haya sido capaz de hacer ese milagro, voy a tener un bebé.
- Como te escuche Piril adjudicándote todo el mérito eres hombre muerto, que lo sepas, ya sabes como es- me miró con ojos entrecerrados, como si no fuese lo normal que yo dijese esas palabras-
- Amigo, yo sé como es mi mujer, pero parece ser que tú también- me señaló con el dedo y me presionó el hombro, para asegurarse de cualquier cosa que se le pasase por la mente-
- No sé, a veces simplemente digo cosas y doy por hecho que las sé, siento que las sé, es extraño- me encogí de hombros- Empiezo recordar a todos menos a la persona que más me gustaría recordar…- esto último lo dije en un susurro, pero pareció escucharlo-
- Claro que vas a recordar a Eda, una mujer como ella no es fácil de olvidar.

SLOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora