Esta es la historia del temerario y tenaz príncipe del mar que se atrevió a ir más allá del arrecife para encontrarse con su verdadero amor, el hermoso y algo incomprendido príncipe del bosque.
AU "Del mar al bosque" en dónde los Sully no tienen q...
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Ao'nung se encontraba sentado en la playa junto a su hermana Tsireya y su mejor amigo Rotxo. Parecía ser solo un día más en la aldea Metkayina de Awa'atlu. La mañana se resumió en nadar, pescar y recolectar. Y ahora estaba haciendo un gran esfuerzo por concentrarse en su labor de remendar redes de pesca.
Sin embargo, no podía evitar que sus pensamientos fluctuaran en otra dirección cada vez que su mirada se veía atraída hacia el horizonte. Su corazón latía con expectación mientras esperaba ver algo más que no fuera una nube errante en el cielo despejado, o al grupo de hambrientos tsurak* saltando tan alto como podían con sus grandes aletas para arremolinarse con ferocidad sobre el cardumen que se desplazaba erráticamente en el agua al intentar huir de sus depredadores.
—Ya debería de estar aquí —dijo con impaciencia—. ¿Por qué tarda tanto? Para cuando aparezca, yo ya estaré tan arrugado como un mauti (fruto) secándose al sol.
—Mawey, ma tsmuk (calma, hermano) —Tsireya posó la palma de su mano en medio de la espalda de Ao'nung en un gesto tranquilizador—. No creo que a tu edad tengas que preocuparte por volverte viejo en una tarde —le dijo con simpatía.
—Bueno, tampoco me volveré más joven mientras espero. Este año cumpliré veinte —Ao'nung le recordó a su hermana.
—Como decía la abuela: "Lo bueno llega para aquellos que saben esperar". Y tú lo has hecho muy bien hasta ahora —Tsireya le dijo con una sonrisa alentadora—. Aunque hoy estás inusualmente ansioso. ¿Es por lo que planeamos para esta noche?
—En parte, sí. Pero también es porque tuve un sueño muy desagradable —Ao'nung se quejó con frustración.
—¿Tuvo que ver con él? —Rotxo le preguntó.
—Sí —Ao'nung suspiró con pesar—. Soñé que finalmente había logrado encontrarme con él. Pero cuando traté de confesarle mis sentimientos, él me detuvo. Me dijo que yo había llegado demasiado tarde, y que él ya estaba comprometido con alguien más. Fue demasiado real —su cola se agitó nerviosamente de un lado a otro, formando surcos en la cálida arena del medio día.
—Lo que soñaste es solo un reflejo de tus preocupaciones —Tsireya intentó razonar con él—. No le des tanta importancia.
—¿Y si era una señal de Eywa? —Ao'nung le preguntó con inquietud.
—¿Desde cuándo te envía señales Eywa? —Tsireya resopló— Tal vez deberías empezar a entrenar para ser Tsahik en vez de Olo'eyktan —le dijo con humor.