El mal sabor de nuestra conversación, se fue pronto. Nos preparamos dos cóctel más y nos fuimos hasta el jardín trasero para seguir conversando. Me parecía que todavía tendríamos historias para contarnos. El jardín contaba con dos sillones exteriores, una mesa en el centro y un toldo sobre ella. Sería el lugar idóneo para tomar aire fresco sin salir de casa, algo que no tenía en mi apartamento anterior y que valoraba mucho.
-Entonces, ¿Carol fue tu primera chica? –le pregunto.
-Sí –hace una pausa y toma un sorbo de cóctel-. Carol era una niña buena a la que su padre tenía muy controlada.
El mundo estaba lleno de "Amelias" por todos lados.
-Nos conocimos en la escuela de danza –añade ella.
-¿Danza?
-Siempre me gustó bailar y cuando Isaac murió, la danza me salvó.
-¿Ella también bailaba?
-Sí –recuerda con una sonrisa-. Carol era una bailarina destacada, siempre fue mejor que yo, así que yo era muy insistente con la idea de practicar juntas. Además, ella me parecía guapísima y quería tenerla cerca –se ríe.
Me río también.
-Su padre no tardó en notar que Carol y yo pasábamos más tiempo juntas de lo que dos amigas deberían. Nos escapabamos algunas tardes a caminar y hablar de todo lo que se nos ocurriese. Ella se quedaba algunas noches en mi apartamento y entonces tuvimos un lío de un año y medio. Fue difícil porque su padre se enteró de lo nuestro e hizo todo para separarnos.
-¿Lo logró?
-Por supuesto –sonríe-. La envió con su madre a Grecia y, aunque Carol ya era prácticamente una adulta, no pudo desobedecer a su padre.
Resoplo.
-¿Estás enojada con ella por eso? –le pregunto.
-No –hace una pausa-. Las circunstancias la obligaron a tomar esa decisión. Quizás algún día vaya a Grecia a joderle la vida –se ríe.
Nos miramos con complicidad.
-¿Abrirás el jodido correo electrónico? –pregunta ella.
Vacilo un momento.
-¿Qué podría encontrar?
-Quizás mensajes de Amelia preguntándote dónde estás, por qué te fuiste.-dice como si señalara lo obvio-. Quizás para este momento ya haya entendido que el matrimonio con Alex fue un error. Vamos, Elena, ¿a qué le tienes miedo?
-¿Y si no hay mensajes? –hago una pausa-. Eso sería peor, Lou, sería entender que el error fui yo. Que la noche que pasamos juntas no significó para ella lo que significó para mí.
Ella me mira de forma comprensiva. Pone su mano sobre la mía.
El ruido repentino de mi móvil vibrando sobre la mesa interrumpió abruptamente nuestra conversación.
Le doy vuelta al móvil y leo la llamada entrante. Es Rebecca.
Resoplo y Lou echa un vistazo con curiosidad al móvil.
-¿Quién es Rebecca? – pregunta ella al ver que no tengo intenciones de contestar.
-Es una chica... -hago una pausa intentando buscar las palabras correctas.
El móvil paró de sonar.
-¿Te acostaste con ella? –pregunta Lou, impaciente.
-¡No! –repongo tajante-. Trabaja con mi hermano. Estuvimos en una cena y quedé en llevarla a su casa luego, pero nos quedamos varadas con una llanta averiada.
Ella hace un gesto con su cara que me obliga a darle más detalles.
-Tomamos algo de champagne y terminamos besándonos en la parte trasera del auto –confieso-. Ambas aclaramos que había sido un error.
-¿Por qué te llamaría ahora?
-No lo sé.
-Parece que no entendió el mensaje –dice ella.
El móvil volvió a vibrar. De nuevo llamaba Rebecca.
Lou miró el móvil y me miró a mí. Cogió el móvil sabiendo que me opondría y corrió con él hacia dentro de la casa.
-¡Lou, dame el móvil! –le digo, persiguiéndola hasta el salón.
-¿Hola? –dice Lou con voz alta apuntando su dedo índice hacia mí para acallarme.
Me llevo las manos al cabello sin saber qué hacer. No sabía qué podría decir Rebecca ni mucho menos qué podría contestar Lou.
-Soy Rebecca Walsh y quería hablar con Elena.
-Elena se está duchando, pero si quieres le puedo dar tu mensaje.
Hago un movimiento para intentar quitarle el móvil sin suerte.
-¿Y tú quién eres? –dice Rebecca del otro lado.
Lou me mira y alza una ceja. Entiendo que la pregunta y el tono de Rebecca le ha incomodado y, a decir verdad, a mí también. Ahora casi prefiero dejar que se encargue Lou de la situación.
-Soy la novia de Elena, si quieres dejar tu mensaje, puedes decirlo ahora, de lo contrario llama a una hora prudente, querida.
-Llamaré en otro momento.
Lou cuelga la llamada y se queda mirándome.
-No me gusta esta petarda –dice y me ofrece el móvil.
Lou estaba realmente molesta con la situación. No estaba precisamente celosa, más bien estaba preocupada.
La seguí de nuevo hasta el jardín.
-Conozco a las mujeres como ella, Elena.
-No tienes porqué preocuparte.
-Ni siquiera te has acostado con ella y ya está acosándote- dice ella.
Me siento junto a ella y enciendo un cigarrillo.
-Estás exagerando –le digo-. Ella es inofensiva.
-Tu tranquilidad me amarga –ella dibuja un semicírculo con sus ojos. Está visiblemente enojada conmigo.
Me río.
-Vale, si la situación empeora, haré algo definitivo al respecto –le digo tratando de tranquilizarla.
-Prometelo–me dice.
Me inclino hacia ella y le doy un beso en la mejilla.
-Te lo prometo.

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El diario de Elena (Parte II)
RomanceLuego de la boda de Amelia, Elena se marcha para intentar reconstruir su vida. Sumida en un abismo y sin saber qué rumbo tomar, vuelve a encontrarse con su hermano Christopher, quien le abrirá la puerta hacia un destino inesperado.