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-¿Entonces? –escucho que James se detiene detrás de mí-. ¿Te lo quedas? –pregunta él.
Me giro con una sonrisa definitiva.

-Me lo quedo –afirmo.

Me entrega la llave y quedamos en firmar la semana siguiente, pero podía quedarme desde hoy.

De vuelta a la ciudad en el auto de James, con la llave de mi nuevo hogar en el bolsillo del pantalón sentí una especie de satisfacción personal que tenía tiempo sin sentir. Era curioso que la primera persona que pensara en traer a mi nueva casa fuera Lou. Sonreí y saqué mi móvil para escribirle un mensaje.

Bandeja de Salida: 17:31pm
Mensaje de Elena.
Asunto: Barthender a domicilio.
-Estoy frente a un dúplex divino a punto de enfrentarme a una aburrida mudanza y necesito a alguien que me sirva un "Dulce pecado". ¿Qué dices?
PD:Te recojo a las 20h en el bar.

Bandeja de entrada: 17:35pm
Mensaje de Lou.
Asunto: Un servicio costoso.
-A ver... ¿Duplex con servicio de barthender y final feliz?
PD: ¿No habías preguntado mi disponibilidad?

Me río.

-Si hablas con Rebecca, dale mis saludos –dice entonces James deduciendo por mi sonrisa, que hablaba con ella.

Había olvidado por completo hasta que él conducía a mi lado. No había determinado su presencia una vez que me subí al auto, pero esa pregunta me resonó en la cabeza.

-¿Con Rebecca? –pregunto lo suficientemente extrañada como para que James se tenga que explicar mejor.

-Lo siento, Rebecca me ha dicho que ustedes están saliendo...–se excusa él.

-Creo que has entendido mal. Rebecca y yo sólo somos amigas –le aclaro.

-Definitivamente debo haber entendido mal –dice él con cara de confusión, sin embargo está tan avergonzado que prefiere simplemente terminar la discusión.

Rebecca le había dicho a James que estábamos saliendo cuando ambas teníamos claro que el beso había sido un error. Una de las dos, definitivamente, había malinterpretado las cosas. Sentí ganas de escribirle y preguntarle por qué había dicho tal cosa, pero no quería empañar un día tan especial con una discusión insignificante.

-Te llamaré esta semana para vernos y firmar –dice James cuando me dejó en casa de Chris.

-Muchas gracias, James. Me has salvado la vida –digo sonriéndole desde la ventanilla del coche.

Él sonríe.

-No es nada, Elena.

Estaba en el portal de Chris cerca de las cinco y media, suficiente tiempo para darme una ducha, recoger algunas cosas importantes y comenzar a instalarme hoy mismo en el dúplex con la ayuda de Lou.

Al entrar sentí que todo estaba muy callado. Chris y Juli no parecían estar en casa. Seguí un camino hacia la cocina y vi una nota sobre la nevera.

'Estamos en el cine. Hay comida en el horno.

Te amo,
Chris'

Sonreí al leerla. La letra de Chris era increíblemente parecida a la de mi padre. La cohesión de las letras tan unidas y angulosas eran muy similares. Ahora se me vienen a la cabeza imágenes de mi padre ya borrosas con su rostro más o menos difuminado y en efecto Chris era una estampa viva.

No me daría tiempo a comer, pero le di un vistazo a la comida del horno. Pollo asado con patatas. El olor que salió del horno era reconfortante.

El diario de Elena   (Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora