Capítulo 2

57 6 1
                                    

Enical Trobaler

Ya era de madrugada, el color del cielo era oscuro aún detrás de las cortinas blancas, suspiré agotada, la sensación de sueño e insomnio coexistían en mi cuerpo sin ponerse de acuerdo, mi cabeza tiene la capacidad de hacer que todo coexista en ella, todo menos la estabilidad, hay destinos peores que la muerte, claro que sí.

Creo que se ha hecho merecedor de ser llamado un hábito, uno más a la lista negra, de todas formas, está a punto de empezar, así que si sorpresivamente tuviera ganas de dormir sería un desperdicio.

Volteé a ver a Antonio a mi lado, tenía los ojos cerrados mientras su cabello caía libre sobre la almohada, estaba tan relajado, con la respiración apenas perceptible, ese nivel de tranquilidad sólo lo conseguía en sueños, lo veo en sus ojos, puedo distraerte, pero no he conseguido que te puedas sentir plenamente despreocupado con mi compañía, el miedo siempre esta ahí, la angustia y la duda nunca han dejado tus ojos.

Los espasmos me asustaron tomándome distraída, sus ojos cerrados se arrugaban mientras se movía sacudiendo la cabeza, las sábanas empezaban a removerse con él, si fuera una pesadilla cualquiera no dudaría en intentar despertarlo, pero ya conocía bien estos temblores, así que esperé paciente a que terminaran.

Como de costumbre, un grito ahogado anunciaba el final de la pesadilla y sus ojos se agrandaban al volver a la realidad, se abalanzó quedando sentado mientras se adaptaba a las sombras intentando adivinar dónde estaba.

En un movimiento rápido encendí la luz con el interruptor a mi lado, captando toda su atención, su mirada de pánico me enfrentó, la confusión y desesperación lo consumían a cada segundo y me quemaban en el proceso, parecía un animal salvaje enjaulado, los ojos de odio sobre mí intentando intimidarme mientras me examinaba en otro tiempo me congelaban, pero ahora estaban tan acostumbrada.

-¿Quién eres tú? ¿Dónde estoy?- inquirió histérico.

Suspiré profundamente antes de recitar mi guion perfectamente memorizado -Soy Enical Trobaler, este es tu departamento, vivimos solos, aquí no hay nadie que pueda hacerte daño, lo prometo- suavice mi voz e lo último, como si le hablara a un niño, opté por no sonreír para que viera que hablaba muy en serio y se calmara, nunca funcionaba, pero valía el intento.

Noté sus ojos dudar si creerme y fue imprudencia mía intentar acariciarle la mejilla, lo había hecho hace un par de horas mientras me sonreía antes de quedarse dormido, no pude resistirme, era tan injusto que me impusieran el horario para tocar a mi novio...

Antonio era mucho más rápido y fuerte que yo, tomó mi mano en el aire sin esfuerzo -¿Y tú quién eres? ¿Por qué estás aquí? ¿Quién te envió?– exigió amenazante mirándome a los ojos sin soltarme.

-¡Me duele! Soy mucho más débil que tú, no cambiará nada si me sueltas, me lastimas- chillé más adolorida que molesta, era la primera vez que me intentaba doblar la mano.

-Respóndeme- fue sólo una palabra, espetada con todo su desprecio, pero como dolió...tiró de mi brazo exigiéndome que me apure antes de soltarlo con asco.

Su otra mano creía que no la veía tanteando el cajón a su espalda sin dejar de mirarme, cariño, esto pasa cada noche y ¿crees que tienes trucos nuevos para mí?

-Sé perfectamente en dónde escondes todas las armas de la casa, y la pistola que buscas ya no la escondes allí desde hace como 4 años- informé envolviendo mi muñeca con mi otra mano, en verdad me había dolido.

Antonio hizo una mueca de confusión y se acercó al cajón a comprobarlo, sus ojos volvieron a tomar el matiz del pánico que creí que se había disipado.

Estaré a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora