Capítulo 4

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Enical Trobaler

Al verme al espejo quedé satisfecha con el resultado, llevaba el cabello suelto, llegándome por debajo de los hombros, un vestido color salmón corto que no llegaba a mis rodillas, una chaqueta negra, unas zapatillas negras y un pequeño bolso de cuero negro a juego, me maquillé ligero, lo habitual en mi era siempre suave, un delineado negro con un retoque en las pestañas y un labial rosado, no necesitó camuflaje extra para tapar la resaca porque no había tomado tanto.

La conversación de anoche dio varias vueltas en mi cabeza, Sabrina tenía razón me tomo todo muy en serio, además no puedo quejarme, lo tengo todo, familia, amigos y salud, este sentimiento extraño debe ser sólo un capricho, si no le doy importancia se irá y dicen que el amor llega sin esperarlo ni buscarlo.

Al cerrar la puerta con llave me sentí extraña, vigilada, vi a los lados, pero no había nadie en el pasillo, deben ser ideas mías, Adrián y Sabrina aún debían estar dormidos, le resté importancia y bajé a recepción mientras tarareaba "feliz cumpleaños" sin poder sacármela de la cabeza, encontré al dueño del edificio y lo saludé, Martín era un hombre de aparentemente 50 años, delgado, con ropa casual y muy sonriente en las mañanas, también me deseó un feliz cumpleaños y le sonreí de vuelta.

Al salir un niño estaba mirándome al otro lado de la calle, su cara se me hacía familiar, le sonreí alzando mi mano para saludarlo. ¿Lo conozco? Entrecerré los ojos para verlo mejor, pero me sonrió y se fue corriendo, se me perdió entre las calles, debe ser algún niño nuevo del edificio o el vecindario.

Le resté importancia y me fui al restaurante italiano donde suelo almorzar por mi cumpleaños con mi familia, Aferi con 5 años a punto de entrar a la Primaria es lo mas tierno y aterrador, cuando lo note ya me estará preguntando sobre chicos y fiestas, ya no va a ser mi bebé.

Fue un almuerzo muy normal y aunque se ofrecieron llevarme a casa en su auto preferí ir en bus, estaba a un par de minutos del paradero y últimamente disfrutaba mucho mi tiempo sola, el poco tiempo que me quedara libre con la universidad y las prácticas que tenía.

Un par de minutos después observaba el atardecer apoyada en la ventana del bus, tomé la decisión de ignorar mis tontas corazonadas, no me faltaba absolutamente nada, soy completamente feliz, cerré los ojos buscando dormitar.

Un freno intempestivo me empujó hacia adelante, rápidamente apoyé las manos en el asiento frente a mí para evitar golpearme, me estabilicé observando a los lados asustada. ¿Nos chocamos? Pero todos están bien, sólo igual de confundidos que yo, miré al frente y el chofer se adelantó a mi pregunta.

-Se acaba de chocar un auto adelante- informó el conductor sin despegar la mirada del frente.

Me levanté encendiendo mi teléfono mientras caminaba hasta el conductor -Llamaré a emergencia- informé alarmada -Abra la puerta por favor, sé primeros auxilios- ordené esperando que la operadora me conteste -Hola, quiero reportar un choque en la carretera Nailon, kilómetro 60 creo, hay un bosque al lado del camino, gracias.

El chofer abrió la puerta mirándome preocupado de pies a la cabeza -Con cuidado señorita- dijo haciéndome una reverencia de cabeza como despedida.

-Gracias- le sonreí y bajé lo más rápido que pude, al parecer el choque había sido entre un auto y un pequeño camión de carga, por suerte no fue contra algún transportador de gas o algo inflamable.

Había más personas acercándose, algunos ya estaban sacando al conductor del camión, así que me dirigí al auto, presioné los dientes al verlo estampado contra un árbol, el miedo me recorrió entera, respiré profundo pidiendo no encontrar un cadáver, no soy tan fuerte para algo así.

Estaré a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora