Capítulo 26

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AVISO: Este capítulo contiene episodios de violencia no explicitas.

Enical

Mantuve mi bocota y curiosidad a raya hasta llegar a Madrid, tampoco es que él tuviese cara de "pregúntame lo que quieras", a la mínima pregunta sutil cambiaba el tema, más evidente que un elefante queriendo esconderse en un poste o simplemente abandonaba la habitación con alguna excusa.

Se presentó la etapa más tediosa y oscura en la vida de los universitarios, sí, exámenes, sueño ligero, exceso de energizantes y duchas relámpago solo para no apestar a caballo. Sin contar mi plus de "adelantar cursos" por mentirosa.

Monté el campamento estudiantil de apuntes y libros en mi habitación, mi cama pasó a ser un adorno de mucho espacio, usado 15 minutos entre espacios o algo que miserablemente llegaba a un par de horas sin ser un descanso decente.

La Nerd estaba completamente al mando con su pizarra, las demás le hacían aire o le echaban porras al saberse completamente inútiles.

-¿Más café?- preguntó Antonio abriendo la puerta.

¿A qué hora llegó? Cierto, le abrí la puerta y dijo que prepararía la cena. Aww, se ganó una mam...una magdalena, una magdalena, nadie se altere.

Estábamos en esa etapa de crear confianza donde ya no me importaba si me encontraba en un buzo guinda con el cabello en un moño alto improvisado, no tienen nada que ver los exámenes y mi falta de tiempo...ja.

-¡Si!- exclamó la Nerd con desesperación como si le ofrecieran agua después de 3 días en el desierto.

-Por favor- contesté sin despegar los ojos del libro, alzando con una mano la botella deportiva vacía.

Hace un rato tenía un litro de café. ¿Quién se lo tomó?

-¿Mañana terminan tus exámenes, cierto?- consultó recibiendo la botella.

-Sí. ¿Por qué?- pregunté y lo miré al no escuchar respuesta -¿Pasó algo?

-No, sólo quería saber si estarías libre el fin de semana, quiero ir a un lugar- informó desviando la mirada, nervioso.

-Estaré libre- declaré casi de inmediato, no podía resistirme a esa parte tan tierna de él -Terminaré mañana con esto y no tendré nada pendiente para el fin de semana.

-Está bien- contestó con aire de tranquilidad -La cena estará lista en una hora- anunció y volví a sumergirme en los apuntes.

Mis oraciones hicieron efecto o no sé que astro se alineó, porque no hubo otro "ataque de estrés" mientras yo estaba obsesionada con Mary Richmond, Augusto vigilándolo solo no me sabía muy bien y su negativa a que ni su mejor amigo lo sepa fue definitiva.

Aunque luché por que pidamos ayuda, después de una discusión amarga, su "si no hubieses estado allí tú tampoco lo sabrías" me dolió más que la bala en mi sueño, no tuve argumento y no le quedo de otra que mascullar un "lo siento, no quise...", pero el daño ya estaba hecho.

El fin de semana llegó y antes de notarlo Antonio conducía hasta las afueras de la ciudad, salimos antes que el sol a quién sabe dónde.

El otoño empezaba a retirarse y faltaba poco para que empiece el invierno, inusualmente el sol iluminaba el cielo, no era propio de la estación tanto calor hoy, el calentamiento global de seguro.

Admiré el paisaje encantada, había sólo colinas verdes alrededor, llegamos a un pueblito donde Antonio ya había reservado habitaciones con su falsa identidad, se veía todo muy rústico y encantador, muy diferente a los lujos que rodeaban al rey en la ciudad.

Estaré a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora