xvii. maldito collar

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xvii. maldito collar

Astrid Mikaelson entro a su casa en el bosque acompaña de Josephine Hale. Esta última se encontraba nerviosa, no era su primera luna llena al lado de la vampira, pero siempre sentía el miedo de lastimarla. Ella sabía que para un vampiro la mordida de un licántropo era letal.

La vampiresa pelinegra solo se dedicó en guiar a su amiga al sótano de la cabeza, bajaron con cuidado las escaleras, sin emitir ningún silencio. Cada una estaba enfrascada en sus pensamientos.

Josephine se removió incomoda al ver ataúdes en el sótano, era un lugar grande, por lo que había una habitación con ataúdes y la otra era especial para las personas que la familia original torturaba, el lugar estaba silenciado con un hechizo, por lo que nadie podría escucharlos.

—No te preocupes, Jo, están vacíos—hablo con un tono divertido Astrid—. Deberías ver mi ataúd, es el más bonito.

—¿Tienes un ataúd? —pregunto sorprendida la loba, no sabía ese detalle.

—Claro que tengo uno, deberías haber visto las caras que hacia Elijah al enterarse—soltó una risita mientras acomodaba las cadenas que atarían a su amiga—. El mío es el más cómodo, recuerdo haber asustado un par de veces a Klaus, me escondía dentro de él.

—¿Por qué creciste rápido? —le pregunto Jo a su amiga, en este tiempo que estarían ahí, podría aprovechar de interrogar a la vampira.

—Morí a una edad muy joven, era prácticamente una niña—conto Astrid sentándose en una silla—. Klaus le quito la daga a Esther, estaba desesperado, y madre se preocupó al verme muerta, tengo recuerdos borrosos de cuando reviví, pero recuerdo sentir los brazos de Klaus rodearme en un abrazo—sonrió con nostalgia—. Volví siendo un vampiro y atascada en este cuerpo—se encogió de hombros—. Unas semanas antes habíamos ido a Beacon con Kol, tuve el honor de conocer a la gran Thalia Hale.

—Nunca me habías contado eso.

—No me pareció relevante—miro el reloj para comprobar la hora, todavía faltaba para que la luna saliera—. En fin, fui obligada a crecer rápido, en parte mi memoria fotográfica me ayudo, pude hacer una vida rápida de adolescente y al morir fue como si mi cerebro maduraba, ya no tenía la mentalidad de una niñita, sino de una mujer.

—¿Cómo moriste?

—Brujas—la mirada de Astrid se oscureció—. No es algo que me guste hablar, Jo.

—Lo entendió—asintió comprensiva, luego puso sus manos hacia adelante para que su amiga la amarrara—. Empiezo a sentir el cambio.

Astrid no dudo en dejarla bien amarrada, le prometió no dejarla sola en ningún momento, lo que Jo le agradeció. El efecto de la luna llena llego a la Hale, quien empezó a gritar y gruñir, tratándose de zafar de los amarres de las cadenas.

¿HUNTER OR PREY? | TEEN WOLFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora