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xxi. caminos separados
Astrid Mikaelson-Stilinski
Me trague la sensación amarga que tenía en mi garganta mientras abrazaba por última vez a mi hermano, su mano estaba en mi nuca y acariciaba mi cabello.
—Volveré, Astrid—me prometió al separarnos, nuestras frentes se encontraron apegadas a las otras y el beso la punta de mi nariz—, te lo prometo.
—¿Seguro? —pregunte indecisa, algo dentro de mí me decía que no volvería y no quería volver a quedar sola.
—Seguro, es una promesa—nos separemos, lo vi subirse a su auto y bajo la ventanilla para que pudiera verlo—. Nos vemos, hermanita.
—Vuelve pronto—moví mi mano de un lado a otro.
—Siento que ya te extraño—puso el auto en marcha con una sonrisa enorme en su rostro—. Te amo, mocosa—no alcance a responderle, ya que empezó a conducir, dejándome atrás.
Moví mi mano con la esperanza de que me viera por su espejo retrovisor, murmuré un "yo también", pero sabía que era imposible que él me escuchara. Me trague la idea de llamarlo para que volviera.
Soltando un enorme suspiro me aventure al bosque, camine por unos largos minutos antes de escuchar a un lobo aullar, reconocí a Scott, camine más rápido al saber que estaba a punto de llegar a la bodega de los Hale. El segundo aullido provino de Derek, quien le daba su ubicación a Scott.
—¿Astrid? —me pregunto Scott al verme a fuera de la puerta, apunto de entrar.
Le hice una seña para que quedara en silencio, ladee mi cabeza para que entramos al mismo tiempo, no había nadie por los pasillos del lugar. Scott se guio por el olor de los chicos para llevarme con ellos, al entrar hicimos el mínimo de silencio, los dos hombres nos miraban fijos.
—No hagan esas caras, vinimos a salvarlos—me acerque a Logan para sacar una de sus amarras—. Mira lo que te hicieron, cachorrito—puse mi mano en su mejilla con pena.
—Es bueno verte, As—me sonrió con decaído, el problema de Logan era que no era solo un licántropo, necesitaba sangre para mantenerse vivo.
—Astrid, viene alguien—me alerto Scott, quien también le quito el amarre de una mano a Derek.
—Escóndanse—nos ordenó Derek, lo mire por un vago minuto antes de asentir, tome la mano de Scott para guiarlo a las sombras.
—Me dolían los nudillos—entro un tipo calvo con una sonrisa maliciosa, mi sangre hirvió al verlo—, por lo que traje ayuda—mostro un bate, se preparó para golpear al hibrido, pero mi amigo se rio—¿De té ríes, maldito bastardo?
—Yo que tu no haría eso—le advirtió Logan.
—¿Por qué? —pregunto divertido.
—Porque a mi chica no le gusta—ladeo su rostro hacia donde nos encontrábamos, me acerque al hombre para tomarlo del cuello molesta— bonita ¿no?
